CODIGO
DE MINERIA
Ley 22.259
Introdúcense reformas
Buenos Aires, 24 de julio de 1980.
Excelentísimo Señor Presidente de la
Nación:
TENEMOS el agrado de dirigirnos al Excelentísimo señor Presidente a
efectos de elevar a vuestra consideración el proyecto de Ley adjunto,
de reformas al Código de Minería.
La Constitución Nacional, en su artículo 67, inciso 11, atribuye al
Congreso la facultad de dictar, entre otros, al Código de Minería, sin
alterar las jurisdicciones locales, en tanto que en su artículo 108
prohíbe a las provincias dictar dicho Código después que el Congreso lo
haya sancionado.
En ejercicio de tal atribución constitucional, el Congreso Nacional,
con fecha 25 de noviembre de 1886, sancionó la Ley 1.919, mediante la
cual dispuso que el proyecto de Código de Minería redactado por el
doctor Enrique Rodríguez, con las correcciones hechas por la Comisión
de Códigos de la Cámara de Diputados, debía observarse como Ley de la
Nación, desde el 1° de mayo de 1887. Posteriormente, en el año 1917, le
introdujo por Ley 10.273 reformas sustanciales en materia de amparo de
las concesiones, en tanto que en 1935 le incorporó el título XVII sobre
régimen legal de las minas de petróleo e hidrocarburos fluidos. En
épocas más recientes, el Poder Ejecutivo nacional, en ejercicio de las
atribuciones del Congreso, dictó el Decreto-Ley 22.477, de 1956, sobre
minerales nucleares, cuyo artículo 29 dispuso la agregación de dicho
cuerpo legal al Código de Minería como apéndice, y poco después dictó
el Decreto-Ley 5.760, de 1958, que incorporó una nueva norma al sistema
de amparo.
Nuevamente el Congreso también en 1958, le introdujo modificaciones,
esa vez implícitas, al dictar la Ley 14.773 de hidrocarburos y otra vez
el Poder Ejecutivo nacional en ejercicio de las atribuciones del
Congreso, hizo lo propio mediante las Leyes 17.319, de 1967, que
sustituyó a la anterior, y la más reciente 21.778 de contratos de
riesgo.
De la apretada síntesis que dejamos expuesta, se concluye que las
principales reformas al Código de Minería se han limitado a tres
materias: Al sistema de amparo de las concesiones y a los regímenes
legales de los hidrocarburos y de los minerales nucleares. El resto de
la legislación contenida en el Código, de carácter común y general para
toda la minería que no sea la de hidrocarburos y la nuclear ha quedado
cristalizada en normas que entraron a regir hace noventa y tres años.
Se comprende entonces que una legislación destinada a reglar
actividades económicas fuertemente influenciadas por la ciencia y la
tecnología y también por la política, haya quedado rezagada frente a la
evolución de los sistemas de extracción y aprovechamiento de los
minerales y a la necesidad de proveer de nuevas alternativas jurídicas
a las relaciones entre el Estado propietario originario de las minas y
las empresas interesadas en su explotación.
Curiosamente, el remedio a esta situación de atraso legislativo fue
prometido y en algunos casos intentado, con distintos alcances, por la
mayoría de los gobiernos que antecedieron al presente, pero sólo uno
alcanzó a concretar la iniciativa, aunque fugazmente, en legislación
positiva. Ello se logró cuando el Poder Ejecutivo nacional, en
ejercicio de las atribuciones del Congreso, dictó el Decreto-Ley 8.925,
de 1963, de reformas parciales al Código de Minería. Las bases para
aquellas reformas fueron elaboradas por el Instituto de Investigaciones
de Derecho Agrario y Minero de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires, luego de dos años lectivos
de estudios y deliberaciones realizadas con la participación de
diversos especialistas, lo que acredita la calidad del trabajo entonces
efectuado. Lamentablemente, aquella iniciativa, que habla remozado el
Código de Minería incorporándole los conceptos más modernos en la
materia pero sin alterar sus principios fundamentales ni su estructura,
fue frustrada al año siguiente por la Ley 16.469, que la declaró sin
efecto, invocando para ello fundamentos exclusivamente políticos y, lo
que es peor, sin propiciar ninguna solución legislativa de alternativa.
El Código de Minería volvió, así, a sus viejos moldes de 1887,
insuficientes por sí solos, pese a sus méritos jurídicos, para dar
lugar al adecuado desarrollo de la minería nacional.
La reconocida necesidad de modernizar vuestra legislación minera de
fondo no es incompatible con los principios generales que inspiran al
Código de Minería vigente ni tampoco con su estructura ni con la mayor
parte de su articulado. A semejanza de como se hizo en materia de
amparo, de hidrocarburos y de minerales nucleares, a semejanza de como
se encararon las reformas de 1963, y a semejanza también de como se ha
venido haciendo tradicionalmente en nuestro país en materia de
legislación civil, comercial y penal, la modernización de la
legislación minera puede lograrse mediante reformas parciales del
Código de Minería vigente, que reemplacen preceptos que han sido
superados por el avance científico y tecnológico, que mejoren otros y
que incorporen instituciones jurídicas más modernas. Esta vía tiene la
ventaja imponderable, entre otras, de la estabilidad de las Leyes
supremas de la Nación y de sus instituciones fundamentales, con las
consecuencias positivas que ello trae en materia de seguridad y certeza
jurídicas. Y aplicada a la legislación minera, tiene la ventaja
adicional de que nuestra minería tradicional, de pequeña y solo
excepcionalmente de mediana escala, podrá seguir rigiéndose por las
normas del Código de Minería vigente --en su caso, debidamente
renovadas--, las cuales, aunque conocidas más bien empíricamente por
gran parte de los productores, tienen para ellos el peso de una
tradición jurídica secular. Ambas ventajas se acrecientan por ser el
Código de Minería una obra de valor jurídico excepcional, merecedora
por tanto de su resguardo, que el proyecto adjunto asegura al limitarse
a actualizar su contenido, sin alterar sus principios ni su estructura.
La reparación del atraso legislativo registrado en materia minera fue
prevista desde un principio por el Proceso de Reorganización Nacional,
en su Programa de Recuperación, Saneamiento y Expansión de la Economía
Argentina, en cuanto dice: "La estructura de la minería moderna tiene
por fundamentos la exploración de yacimientos minerales de baja Ley,
diseminados en grandes extensiones y a considerables profundidades. Su
descubrimiento y explotación sólo es factible mediante la participación
de grandes empresas con organización, capital y tecnología adecuados a
la magnitud del esfuerzo que se requiere. Por tal razón, es imperioso
promover la participación de grandes empresas mineras, para lo cual es
necesario adecuar nuestra legislación a las características de una
explotación moderna pues las actualmente vigente está referida a los
yacimientos vetiformes que fueron características de la minería del
siglo pasado".
La estructura de la adecuación legislativa anunciada por el programa
económico, que el proyecto adjunto propone, tiene su precedente en el
ya citado Decreto-Ley 8.925 de 1963. Tres docenas de artículos
convenientemente modificados garantizan la vigencia del Código de
Minería y de sus principios fundamentales para la minería a pequeña y
aún a mediana escala, en tanto que la incorporación al mismo de dos
nuevos títulos provee un marco jurídico claro para el desarrollo de la
minería a gran escala, que asegura la capacidad de decisión nacional.
Las diferencias que se advierten entre el proyecto y aquel precedente,
obedecen a los avances científicos y tecnológicos registrados en estos
últimos dieciséis años, a la experiencia adquirida por el Estado
durante dicho lapso y, sobre todo, a la observancia estricta de los
principios rectores del Proceso de Reorganización Nacional.
Dos aspectos fundamentales de la iniciativa merecen destacarse. Uno de
ellos es que el Código de Minería en su artículo 7º, como ya lo había
hecho el Código Civil en el inciso 2º de su artículo 2342 y también la
Ley 726, reconoce que las minas son bienes privados de la Nación o de
las provincias en que se encuentren. Ese principio fundamental de
nuestra legislación minera, de clara inspiración en nuestra historia y
en nuestro derecho constitucional y con el que concuerda nuestra mejor
tradición jurídica en la materia, sostenida por la Corte Suprema de
Justicia y por la doctrina nacional mayoritaria, ha sido respetado
celosamente en el proyecto, a punto tal que el derecho de dominio
originario que tienen las provincias sobre las minas situadas en sus
respectivos territorios, en nada se verá alterado o afectado por la
reforma.
El otro aspecto considerado fundamental de la iniciativa, es que el
Código de Minería, sin sustraer a las minas de ese dominio originario
de la Nación o de las provincias, según el territorio en que se
encuentra, constituye a favor de los particulares un derecho de
propiedad distinto de aquél y que coexiste con el mismo. O sea que, en
nuestro derecho, el dominio originario del Estado sobre las minas es
permanente, existiendo antes, durante y después de la concesión, lo que
no obsta a que, durante ésta, se establezca una propiedad particular,
que difiere de la propiedad común por las condiciones a que está sujeta
y que por ello recibe la designación de propiedad minera. Pues bien, la
propiedad minera, o sea la caracterización legal del derecho de los
particulares sobre las minas que forma parte de la tradición jurídica
secular a que nos hemos referido y a la cual alcanza, como a toda
propiedad, la garantía de la inviolabilidad consagrada por el artículo
17 de la Constitución Nacional, tampoco es alterada por la reforma, por
lo que los derechos que se acuerden con posterioridad a su sanción no
diferirán de los ya adquiridos, salvo los que resulten de los dos
nuevos títulos que el proyecto, como dijimos, propone incorporar al
Código de Minería y cuyas bases jurídicas diferentes se adecuan al
tratamiento especial que la Ley debe acordar a la minería a gran escala.
Se acompaña con este mensaje una pormenorizada exposición de motivos de
las reformas introducidas por el proyecto, tendiente a aclarar los
propósitos perseguidos y a facilitar su correcta interpretación.
Cabe agregar solamente que el artículo 2º del proyecto tiene su fuente
en el artículo 250 del Cód. de Minería; el 3º, en el principio de la
irretroactividad de las Leyes; el 4º, en el artículo 398 del Código
citado, incorporado por la Ley 12.161; y el 5º, en el artículo 102 de
la Ley 17.319, en el 2º de la Ley N° 21.593 y en el 1º de la Ley
N°21.734.
Dios guarde a Vuestra Excelencia.
José A. Martínez de
Hoz.
Albano E. Harguindeguy.
David R. H. de la Riva.
Alberto Rodríguez Varela.
LEY
DE REFORMAS AL CODIGO DE MINERIA
EXPOSICION DE MOTIVOS
Artículo 2º -- La reforma de este artículo se limita a efectuarle un
agregado a su inciso primero, de manera que las minas de la primera
categoría por él definida, puedan explotarse no solamente en virtud de
la concesión legal constitutiva de la propiedad minera, prevista por el
artículo 10 del Código, sino también mediante contratación efectuada
por el Estado con sujeción a las disposiciones del nuevo título XIX,
que la reforma incorpora, y en las condiciones que el mismo establece.
Las notas efectuadas en esta exposición de motivos a dicho nuevo título
XIX y a su articulado, a las cuales cabe aquí remitirse, expresan en
forma pormenorizada los fundamentos de la incorporación al Código de
esta moderna institución jurídica de la contratación, que se estima es
la más adecuada para que el Estado obtenga el concurso de la actividad
privada en la exploración y, en su caso consiguiente, explotación de
áreas con perspectivas mineras que a aquél le interese promover, como
así también en la explotación de yacimientos por él descubiertos en el
curso de investigaciones geológicas y mineras.
Queda en claro, pues, desde esta nota a la primera de las normas
modificadas, que la reforma no altera ni elimina ninguna de las
instituciones actuales del Código de Minería, sino que incorpora una
nueva, la de la contratación por el Estado, de la exploración y
explotación de áreas y yacimientos determinados.
Artículo 3º -- El artículo 6º del Código dispone que una Ley especial
determinará la categoría correspondiente, según su naturaleza, e
importancia, a las sustancias minerales no clasificadas expresamente en
los artículos 3º, 4º y 5º sea por omisión, sea por haber sido
posteriormente descubiertas. Y agrega que del mismo modo se procederá
respecto de las sustancias clasificadas, siempre que por nuevas
aplicaciones que se les reconozca, deban colocarse en otra categoría.
Así, diversas sustancias metalíferas no citadas taxativamente en el
artículo 2º y clasificadas, en consecuencia, en la segunda categoría,
conforme al inciso 5º del artículo 4º, fueron en su momento incluidas
por leves especiales en la primera categoría. Tal los casos del wolfram
o tungsteno, aluminio, berilio, vanadio, tantalio y cadmio. Otras no
metalíferas, como la mica, los vapores endógenos, el cuarzo y los
feldespatos, no clasificados por el Código, fueron también incorporados
a la nómina de las de primera categoría por Leyes especiales.
Finalmente, algunas clasificadas por el inciso 6º del artículo 4º en la
segunda categoría, como la fluorita y los fosfatos calizos, fueron
cambiadas a la primera.
La reforma clasifica en la primera categoría al molibdeno, al litio y
al potasio. Estas sustancias metalíferas han estado implícitamente
comprendidas hasta ahora en la segunda categoría, por aplicación de lo
normado por el ya citado inciso 5º del artículo 4º, siendo concesibles
preferentemente al dueño del suelo según el párrafo segundo del
artículo 68, sin limitación alguna respecto del número de pertenencias
conforme a lo establecido por el artículo 92.
La creciente importancia del molibdeno en la metalurgia moderna; las
localizaciones de formaciones mineralizadas interesantes efectuadas por
la Secretaría de Estado de Minería en cumplimiento de los planes
geológicos y mineros que se vienen desarrollando en las provincias de
La Rioja y del noroeste; el grado de criticidad del abastecimiento
interno; las condiciones en que suele yacer esta sustancia,
generalmente diseminada en considerables extensiones y con bajo
contenido de mineral, lo que obliga a explotaciones intensivas a gran
escala; su virtual paragénesis con el cobre, clasificado desde un
principio en la primera categoría; todo ello autoriza a colocar en ésta
al molibdeno.
Parecidas consideraciones en cuanto a su importancia en la metalurgia
liviana, cabe hacer respecto del litio, metal alcalino contenido en
minerales tales como la ambligonita, la lepidolita y el espodumeno,
como asimismo en salares.
Lo mismo puede decirse del potasio, metal también alcalino que se
emplea en la industria química y fundamentalmente en la preparación de
fertilizantes.
La reforma clasifica igualmente en la primera categoría, al azufre y a
los boratos. El caso de éstos tiene un ligero matiz diferencial: ambos
minerales están clasificados expresamente en la segunda categoría, el
primero porque es citado en el inciso 6º del artículo 4º, y los
segundos porque lo están en el inciso 3º del mismo artículo. La reforma
los coloca en la primera categoría, por las aplicaciones crecientes que
se les reconocen fundamentalmente en la industria química y en la
farmacopea.
Se ha aprovechado la oportunidad para reordenar el contenido de todo el
artículo, a fin de obtener un agrupamiento lógico de las sustancias,
eliminando y reemplazando términos en desuso.
Artículo 4º -- La inclusión del amianto, de la bentonita y de las
zeolitas entre las sustancias minerales clasificadas en el inciso 6º de
este artículo concuerda con el espíritu de actualización legislativa
que tiene la reforma.
El 2 de noviembre de 1926, la entonces Dirección General de Minas,
Geología e Hidrogeología que ejercía en jurisdicción nacional las
funciones que el Código atribuye a la autoridad minera determinó que al
amianto le correspondía la segunda categoría, en la clasificación del
incículo 6º. Lo mismo decidió el 26 de octubre de 1939 respecto de la
bentonita. Ambas determinaciones fueron tomadas por la autoridad minera
nacional, en orden a lo sugerido por el codificador en el párrafo
tercero de su nota al artículo 6º, pero nunca llegaron a tener
convalidación legislativa, salvo la del artículo 10 del Decreto-Ley
8.925 de 1963, frustrada al año siguiente por la Ley 16.469.
La situación de las zeolitas guarda cierta similitud con la del amianto
y de la bentonita. El Poder Ejecutivo Nacional, por Decreto 2638 del 13
de febrero de 1951, las incluyó entre las sustancias clasificadas en el
inciso 6º, pero su convalidación legislativa, sufrió la misma suerte
que la anterior.
Al amianto mineral utilizado preponderantemente en la fabricación de
materiales combustibles y aislantes, como a la bentonita, sustancia de
origen volcánico con aplicación creciente en la actividad petrolífera;
a igual que a las zeolitas, nombre genérico que se da a los minerales
que poseen la propiedad de intercambiar sus contenidos alcalinos con
los de las aguas duras y que tienen aplicación, por tanto, en el
tratamiento por filtración de estas últimas, les sigue correspondiendo
la segunda categoría, en la clasificación del inciso 6º como se ha
admitido hasta ahora sin el debido respaldo legal. Ello en razón de su
menor importancia relativa frente a las sustancias de la primera
categoría.
Como en el caso precedente, se ha procedido a reordenar todo el
artículo, a iguales fines.
Artículo 6º bis -- La clasificación periódica de las sustancias
minerales estratégicas resulta necesaria para el consecuente ejercicio
de las atribuciones que en los nuevos títulos XVIII y XIX se le
acuerdan al Ministerio de Defensa y, en su caso, a los Comandos en Jefe
de las Fuerzas Armadas.
Artículo 10. -- La reforma consiste en anteponer una aclaración a la
norma hasta ahora vigente.
La aclaración de que la propiedad particular de las minas, que se
establece mediante la concesión legal, no suspende ni interrumpe ni en
modo alguno lesiona al dominio originario del Estado reconocido por el
artículo 7º, podría parecer innecesaria, pero nunca inconveniente.
Las minas son bienes privados de la Nación o de las Provincias, según
el territorio en que se encuentren, conforme lo han admitido el Código
Civil en el inciso 2º de su artículo 2342, la Ley 726 del 1865 en su
artículo 2º y el Código de Minería en su artículo 7º. Ese carácter de
bienes privados del Estado es el que le permite a éste establecer sobre
las minas una propiedad particular mediante un acto de concesión,
efecto que no tienen las concesiones administrativas que pueden
otorgarse sobre los bienes públicos. Cuando el Estado concede una mina,
estableciendo sobre ella una propiedad particular, no se desprende de
su dominio originario; por el contrario, mantiene el mismo con tal
alcance que, de no cumplir el propietario particular con las
condiciones del amparo o conservación de la concesión que el Código le
impone --pago del canon, inversión de capital, mensura de pertenencias
y, en su caso, explotación efectiva--, los derechos de éste caducan,
pudiendo consecuentemente el Estado volver a conceder la mina en
propiedad particular al primer solicitante, cuantas veces se opere la
caducidad.
Es decir, que el dominio originario del Estado sobre ese su bien
privado que es la mina, existe antes, durante y después de la concesión
mediante la cual el propio Estado establece sobre aquélla una propiedad
particular a favor de un tercero. Es la doctrina heredada de las
ordenanzas de Minería de Nueva España, México, de 1783, que rigieron en
nuestro país hasta la entrada en vigencia del Código en 1887, y que se
expresaba en los primeros artículos de su título V: "Las minas son
propiedad de mi real corona..." (artículo 1º), "sin separarlas de mi
real patrimonio, las concedo a mis vasallos en propiedad y posesión, de
tal manera que pueden venderlas, permutarlas, arrendarlas, donarlas,
dejarlas en testamento por herencia o manda, o de cualquiera otra
manera enajenar el derecho que en ellas les pertenezca en los mismos
términos que lo poseen, y en personas que puedan adquirirlo" (artículo
2º).
Claro está que ni el dominio originario del Estado sobre la mina ni la
propiedad particular constituida sobre ella por el acto de concesión,
son la misma cosa que la propiedad común legislada por el Código Civil.
No lo es el dominio originario del Estado, porque éste lo tiene para
ejercer las facultades reglamentarias que se impuso a sí mismo al
dictar el Código; y no lo es la propiedad particular del tercero, por
que ésta, si bien está amparada, como toda propiedad, por la garantía
de la inviolabilidad consagrada por el artículo 17 de la Constitución
Nacional, es caducable ante cualquier incumplimiento de las condiciones
del amparo o conservación de la concesión, que impone el mismo Código y
que la reforma actualiza.
En las notas que precedentemente se han hecho a las reformas que se
introducen a los arts. 3º y 4º del Código, ha quedado bien claramente
expresado que en el caso de las sustancias minerales no clasificadas
expresamente, sea por omisión o por haber sido posteriormente
descubiertas, una Ley de la Nación deberá determinar la categoría que
le corresponde según su naturaleza e importancia. Esta sabia previsión
del artículo 6º del Código hace que ningún mineral pueda escapar a su
régimen.
Por eso se ha dicho, al principio de esta nota, que la aclaración que
introduce la reforma al artículo 10, podría parecer innecesaria, pero
nunca inconveniente. Su conveniencia está en que queda bien en claro,
que el dominio originario del Estado sobre las minas no se enajena ni
prescribe jamás, porque es un dominio propio del soberano, subsiste
durante la vigencia de la propiedad particular que el propio Estado
constituye a favor de terceros mediante la concesión, y subsistirá
siempre, a través de todas las concesiones y de todas las caducidades
de que la mina sea objeto con al correr del tiempo.
La aclaración ofrece, por tanto, conveniencia tanto para el Estado
propietario originario de las minas, cuanto para los terceros a favor
de los cuales el Estado constituye propiedades particulares mediante
acto de concesión. En ambos casos se refuerza la seguridad y la certeza
jurídicas de los derechos del uno y de los otros, respecto de una
propiedad de naturaleza propia y de caracteres del todo especiales.
Ello contribuye, sin lugar a dudas, a la vigencia plena del orden
jurídico, que es uno de los objetivos Básicos para el Proceso de
Reorganización Nacional, expresado en el apartado 2.4. del Acta del 24
de marzo de 1976.
Artículo 23. -- El párrafo que la reforma incorpora a este artículo del
Código tiene diversos antecedentes: artículo 4º de la resolución de la
División de Minas, Geología e Hidrología del 21 de agosto de 1911;
artículo 4º del dec. reglamentario del 10 de enero de 1924; artículo 1º
del dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963.
De los requisitos de forma que el peticionante de un permiso de cateo
debe cumplir por esta norma, los dos primeros están dirigidos a que la
autoridad minera pueda en su momento verificar el cumplimiento de las
condiciones del permiso a que alude el codificador en su nota al
artículo 39: Que el explorador emprenda oportunamente los trabajos y
los mantenga en actividad, de acuerdo por lo menos con el programa
mínimo por él mismo elaborado.
La declaración jurada tiene por objeto hacerle asumir al peticionante
responsabilidades que hasta ahora no ha tenido en materia de
violaciones a los principios que inspiran la limitación de la
superficie y del tiempo de cateo, y que son, como expresa el
codificador en su nota al artículo 27, evitar el monopolio y estimular
la libre concurrencia de los interesados, como medios para incrementar
los descubrimientos.
Artículo 24. -- El monto hasta ahora insignificante, de la multa
prevista por este artículo --fijada para entrar a regir en 1887-- la
reforma lo aumenta en el orden en que crecieron los precios minoristas.
Para ello, se utilizaron los índices del año 1914, que son los más
antiguos que se registran.
Se ha relacionado la multa con el valor del canon, por la conveniencia
que significa contar con un método adecuado de actualización, como el
que proporciona el artículo 2º de la Ley 21.593.
Artículo 25. -- Esta reforma tiene su antecedente en el artículo 3º del
dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963.
La excesiva publicidad que el codificador dio a la solicitud de permiso
de cateo, respondió a la necesidad de hacer conocer el pedimento
incluso a los exploradores sin permiso, cuya actividad el proyecto de
Código de Minería del doctor Enrique Rodríguez no vedaba sino que, por
el contrario, consagraba en un artículo, el 26, que fue eliminado por
el Congreso. De ese modo, intentaba prevenirlos de incurrir en las
sanciones y responsabilidades de los actuales arts. 24 y 26 del Código.
No dándose esa necesidad y estando dispuesta en el artículo la
notificación por cédula al propietario del suelo, los terceros a quedar
notificados por edictos son o personas omitidas en la solicitud o
peticionantes anteriores. Para tal objeto, se considera suficiente que
la publicación se haga dos veces en el plazo de diez días.
La publicidad actual es indebidamente onerosa, por cuanto encarece el
costo del proceso, sin relación con los objetivos limitados que debe
cumplir.
Es preferible aumentar el canon de explotación, como se hizo por Ley
21.593 y como se hace en la reforma del artículo 27, antes que obligar
a afrontar el costo de diligencias procesales excesivas y onerosas.
Artículo 27. -- Esta reforma tiene su antecedente en el artículo 4º del
dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963.
Sin innovar en los caracteres especiales del permiso de cateo, en razón
de ser conocidos por lo general siquiera empíricamente, se ha extendido
de cuatro a veinte el número de unidades de medida de que aquél puede
constar.
Esta mayor extensión --de hasta dos mil hectáreas se lleva hasta diez
mil-- se estima adecuada para empresas de exploración con capital de
riesgo, equipamiento, tecnología y organización suficientes como para
encarar trabajos más técnicos y de ritmo más sostenido, lo que exige el
estímulo de una mayor superficie y de más tiempo para compensar con
mayores posibilidades de éxito, los mayores costos de una exploración a
todo riesgo, más extensiva y más intensiva.
Este tipo de exploración no ha estado ciertamente prohibido entre
nosotros, pero tampoco ha recibido el estímulo de una legislación
adecuada. Y en minería, no estimular equivale, a veces, tanto como a
prohibir.
Los permisos podrán constar de hasta veinte unidades de medida, o sea,
como se ha dicho, de hasta diez mil hectáreas. Pero esa mayor extensión
tiene su precio, que ha sido puesto para desalentar propósitos
meramente monopólicos o contrarios a la libre concurrencia: para cada
unidad de medida, a partir de la quinta, se duplicará el canon de la
inmediata anterior. Por razones de método expositivo, en el comentario
correspondiente a la reforma del artículo 28, figura un cuadro de las
variantes que puede ofrecer el permiso de cateo, según el número de
unidades, superficie originaria, plazo, canon por unidad, canon por
permiso y superficies remanentes.
El último párrafo de la reforma incorpora al artículo 27 principios que
fluyen de su espíritu, como lo había reconocido una antigua
jurisprudencia administrativa (resoluciones del entonces Ministerio de
Agricultura, de fechas 31 de enero de 1911 y 21 de noviembre de 1935).
La necesidad de la incorporación deriva de que no debe caber duda de
que aquellos principios también deben regir para el caso de los nuevos
permisos más extensos: lo contrario sería fomentar el monopolio de la
exploración sobre áreas de considerable extensión.
Artículo 28. -- Esta reforma tiene su antecedente en el artículo 5º del
decreto-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963.
La reforma reproduce los párrafos segundo y tercero del artículo hasta
ahora vigente, eliminando el primero, que establece que la duración del
cateo no puede exceder de trescientos días, y corrigiendo más que
modificando, el tiempo de permiso de una sola unidad de medida, que por
obvias, razones de cálculo debe ser de ciento cincuenta días y no de
ciento cuarenta, como por evidente error allí figura. Con tal
eliminación y con dicha corrección, el permiso de cuatro unidades
seguirá teniendo trescientos días de duración, en tanto que, con veinte
unidades podrá tener mil cien días.
El proyecto establece, además, un sistema sumamente simple para reducir
la superficie originaria del permiso de más de cuatro unidades de
medida y de más de trescientos días de duración, liberando a partir de
ese plazo extensiones que podrían interesar a terceros. La Ley 17.319
de hidrocarburos tiene en el artículo 26 una institución de
características similares.
Teniendo en cuenta que el canon de exploración para 1980 ha quedado
actualizado, por aplicación del artículo 2º de la Ley 21.593, en un mil
pesos por cada unidad de medida o fracción, el cuadro de posibilidades
según número de unidades, superficie originaria, plazo, canon por
unidad, canon por permiso y superficie remanente a los trescientos días
y, en su caso, setecientos días, es el siguiente:
El proyecto, luego de reproducir los tres últimos párrafos del artículo
hasta ahora vigente, concuerda con el último párrafo de la reforma al
artículo 27, al incorporar principios que fluyen del espíritu de
nuestra legislación, conforme lo tenía declarado antigua jurisprudencia
administrativa (resolución del entonces Ministerio de Agricultura del
23 de febrero de 1911, y artículo 22 del decreto reglamentario del 10
de enero de 1924).
Finalmente, se acuerda a la autoridad minera la facultad de exigir,
cuando la importancia del permiso lo justificare, que sus titulares
cumplan con requisitos de información adecuados a la capacidad técnica,
económica y gerencial de quienes emprenden exploraciones extensivas e
intensivas, y de las cuales resulta un obvio beneficio para el estado
en cuanto al conocimiento de su subsuelo.
Artículo 29. -- La reforma parte del supuesto que la institución del
permiso de trabajo formal se revitalizará con motivo de la
incorporación de los permisos de exploración más extensos, dispuesta
mediante las modificaciones introducidas a los arts. 27 y 28.
Estos, en efecto, al caducar a los trescientos y, en su caso,
setecientos días sobre sendas partes de su superficie, dejarán libres
áreas respecto de las cuales es posible que no se hayan alcanzado a
agotar las investigaciones, por cualquiera de los motivos tan
claramente expresados por el codificador en su nota al artículo 29. En
tales casos, los propósitos del explorador no deben quedar frustrados,
para lo cual el permiso de trabajo formal le permitirá concluir una
tarea para la cual el tiempo pudo resultarle escaso.
La reforma concuerda, en cuanto a superficie de las pertenencias, con
la de los arts. 89 y 226 y, en general, con las demás normas de los
títulos IV, que contiene disposiciones especiales sobre las sustancias
de la segunda categoría, y VII, relativo a las pertenencias y su
demarcación.
Prevé el pago del canon de explotación para las pertenencias del
trabajo formal --hasta ahora exentas del mismo--, porque no obstante
tratarse de una modalidad de exploración, ésta puede implicar
importantes y costosos trabajos subterráneos, tales los previstos en el
artículo 56, y es lógico que ellos se concentren donde se manifiestan
más visibles y claramente los signos de la existencia del mineral que
se persigue o se trata de asegurar, como advierte el codificador en la
ya citada nota al artículo 29. Por ello y porque podrá hacer suyos y
disponer de los minerales que necesite arrancar para la prosecución de
los trabajos, porque así resulta de la aplicación del artículo 38, es
justo que el permisionario de trabajo formal abone canon, y que éste
sea el de explotación correspondiente a la sustancia objeto del
pedimento.
El principio general es que el canon se paga por adelantado y por
cuotas semestrales, contándose toda fracción de semestre como semestre
completo, (artículo 272, cf. artículo 5º de la Ley 10.273). Por tanto,
toda vez que el término del permiso formal no podrá exceder de quince
meses, el permisionario deberá abonar por adelantado, en caso del plazo
máximo, el canon de explotación correspondiente a tres o a cuatro
semestres, según la fecha de otorgamiento del permiso, y dentro de los
treinta días de dicho acto, conforme lo dispone la reforma que se
introduce al artículo 272.
La aclaración del último párrafo de la reforma era necesaria, habida
cuenta del mayor número de unidades de medida que podrá tener un
permiso de exploración.
Artículo 35. -- La aclaración incorporada como párrafo segundo era
necesaria, dado que, por la extensión de los permisos especiales,
dentro de los mismos pueden llegar a haber instalaciones militares.
El objetivo, que ya había tenido en cuenta el artículo 7º del dec.-Ley
8925 del 8 de octubre de 1963 es que no se utilice la fotografía aérea
con fines clandestinos, sino sólo para la exploración.
Artículo 38. -- En este caso, por sobre las razones expresadas al
comentar la reforma del artículo 24, parece justo que la multa que debe
pagarse al Estado, parta de la base del canon no devengado por haber
omitido el descubridor hacer la manifestación pertinente y solicitar su
registro.
Artículo 39. -- El último párrafo de la nota del codificador al
artículo 39, expresa claramente que, "aunque es caso admitido y hasta
cierto punto justificado, que la revocación puede hacerse de oficio, se
ha creído bastante librarlo a la solicitud del propietario o a la de un
tercero que quiera continuar o emprender una nueva exploración".
Una antigua jurisprudencia administrativa admitió, sin embargo, que la
revocación del permiso por las causales determinadas en el artículo 39,
podía disponerse de oficio cuando los terrenos eran de propiedad del
Estado (resoluciones del ex Ministerio de Agricultura del 21 de julio
de 1911 y de la ex División de Minas, Geología e Hidrología del 21 de
agosto de 1911, artículo 8º). Años después, y fundándose en que el
Estado tiene tanto interés como cualquier otro particular en que las
exploraciones se llevan a cabo, sostuvo que no podía discutirse la
facultad de revocar de oficio los permisos que no se utilicen
(resolución del ex Ministerio de Agricultura del 14 de diciembre de
1918).
La solución jurisprudencial había sido luego recogida por el artículo
9º del decreto-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963, como lo es ahora.
Se ha ampliado el alcance de la norma, incluyendo la sanción de
revocación por no cumplir con el programa mínimo a que se refiere el
último párrafo del artículo 23.
Artículo 53. -- La nota del codificador a este artículo fundamenta el
último párrafo de la norma en términos tales que, a su criterio, el
establecimiento de plantas de beneficio y de fundición de los
minerales, no se considera necesario para la explotación de la mina de
la cual aquéllos se extraen, por lo cual no pueden imponerse
servidumbres a los terrenos inmediatos o vecinos a la concesión.
Sin embargo, cuando las condiciones del terreno de la mina o de su
explotación --caso de las de "a cielo abierto"-- dificultan o impiden
la instalación de tales plantas dentro del perímetro de la concesión,
vedar la posibilidad de hacerlo en fundos contiguos obligaría a
transportar el mineral en bruto a través de largas distancias,
incrementando los costos de tal manera que podría llegar a restarle
interés económico a la explotación de la mina.
Para la minería moderna, que aprovecha minerales cada vez menos ricos,
el establecimiento de plantas vecinas o cercanas de beneficio y de
fundición de los mismos, es una necesidad. La integración local o
regional de tales establecimientos con las explotaciones debe, pues, no
sólo permitirse sino además estimularse, incluso para que el alto
efecto multiplicador que tienen las inversiones minerales, se
verifique, en su mayor alcance, en el lugar o región que produce el
mineral.
Artículo 82. -- El régimen especial para los depósitos de salitre y
borato, impuesto por el artículo 82 tuvo como fuente un reglamento que
el codificador extrajo de la legislación comparada, y que se refería
únicamente a los casos en que las sustancias se encontraban en terrenos
fiscales. El artículo 83, por su parte, lo hizo extensivo a las salinas
y turberas.
El régimen referido, por demás defectuoso, fue sustituido en los hechos
por el trámite para las sustancias de la primera categoría.
La reforma no hace más que consagrar esa práctica, excluyendo de la
norma a los boratos, por haber sido éstos clasificados precisamente en
la primera categoría (artículo 3º).
Artículo 83. -- La derogación es consecuencia de la modificación
introducida al artículo 82.
Artículo 89. -- La reforma de este artículo está impuesta por razones
de concordancia con la del artículo 226, en su último párrafo.
La normatividad vigente se simplifica, y el nuevo texto concuerda con
la aplicación supletoria de las disposiciones establecidas para las
sustancias de la primera categoría, consagrada por el artículo 105.
Artículo 90. -- La reforma, como lo había hecho el artículo 10 del
dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963, salva la omisión en que el
artículo 90 incurrió respecto de la extensión de las pertenencias de
las salinas llamadas de cosecha.
Las condiciones de estos depósitos, extendidos, superficiales, de
escaso espesor y renovables, aptos para una explotación discontinuada
pero de mayor escala, hacen aconsejable acordar a sus pertenencias más
extensión que a las minas de sal de roca, constituidas por mantos o
estratos cristalinos que yacen en el subsuelo y que se explotan
mediante labores subterráneas.
Por su clasificación en la primera categoría (artículo 3º), los boratos
tienen sus pertenencias reglamentadas en el nuevo texto que la reforma
propone para el artículo 226.
Artículo 133. -- La nota del codificador a este artículo concluye en,
que sea cual fuere la forma en que se pueden verificar la existencia y
los principales caracteres del criadero --dirección o corrida,
inclinación o recuesto, potencia o espesor-- y la clase del mineral
descubierto, debe considerarse cumplida la condición de abrir la labor
legal, que impone dicha norma.
Si la verificación de la existencia del criadero y de sus caracteres,
hace presumir su continuidad a través de todas las pertenencias
contiguas, sería excesivo exigirle al descubridor tantas labores
legales como pertenencias pidiere.
Así lo establecía el artículo 24 de las Instrucciones Generales de
Mensura, aprobadas por resolución del ex Ministerio de Agricultura del
16 de noviembre de 1908, y así lo había consagrado el artículo 11 del
dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963.
Artículo 212. -- Véase la nota a la reforma al artículo 24.
Artículo 226. -- La forma, dimensiones y superficies de la pertenencia
ordinaria, resultan de los arts. 223 y 224: Desde un rectángulo de
trescientos metros de longitud horizontal y de doscientos de latitud, o
sea una superficie de seis hectáreas, hasta un cuadrado de trescientos
metros de lado, o sean nueve hectáreas, las alternativas están dadas
por la inclinación o recuesto del criadero.
Cuando se trata de empresas que necesiten para desarrollarse un campo
más vasto, como dice el codificador en el último párrafo de su nota al
artículo 223, la Ley concede más de una pertenencia (arts. 132 y 338) y
permite la agrupación de diferentes concesiones (arts. 261 y
siguientes).
Estas alternativas, sin embargo, no son suficientes para aquellas
sustancias cuyo valor, considerado bajo un mismo volumen, es inferior
al de los demás minerales incluidos en la primera categoría.
El artículo 226 consideró alcanzados por esa discriminación al hierro y
a los combustibles sólidos, y por eso les dio a sus pertenencias
dimensiones y superficies extraordinarias. Según la interpretación dada
por el artículo 1º del decreto del 18 de julio de 1907 a la confusa
redacción de la norma que se reforma, las pertenencias de hierro
constan de seiscientos metros de longitud por cuatrocientos de latitud,
o sea veinticuatro hectáreas, en tanto que las de combustibles sólidos
miden novecientos metros de longitud por seiscientos de latitud, o sea
cincuenta y cuatro hectáreas. Por aplicación de la disposición
contenida en el segundo párrafo del artículo 223, referida a la
inclinación del criadero, las pertenencias de hierro pueden llegar a
medir seiscientos metros por lado, o sea treinta y seis hectáreas, y
las de combustibles sólidos novecientos metros por lado, o sea ochenta
y una hectáreas.
El primer párrafo de la reforma al artículo 226 consagra, pues, estas
conclusiones, como lo había hecho el artículo 12 del dec.-Ley 8925 del
8 de octubre de 1963.
Sin embargo, en la minería metalífera precisamente, la alternativa de
mayores dimensiones para las pertenencias ya no depende solamente del
menor valor relativo del mineral, sino además del menor contenido del
mismo, recuperable económicamente.
Las dimensiones de la pertenencia ordinaria son las adecuadas para la
explotación por métodos selectivos, de yacimientos vetiformes, de alta
Ley, corta extensión y no mucha profundidad. Hoy dichos yacimientos o
se han agotado o no alcanzan a cubrir la demanda, que se va
abasteciendo en forma creciente de minerales provenientes de
yacimientos extendidos o diseminados, de Ley considerablemente más
reducida y en los cuales la mineralización se halla distribuida
uniformemente, lo que posibilita su explotación a mayor escala por
métodos no selectivos. Los primeros suelen explotarse mediante labores
subterráneas, en tanto que los segundos lo son a cielo abierto,
generalmente previa remoción de una sobrecarga considerable de material
estéril.
Para compensar el menor contenido de mineral útil por superficie y no
encuadrando en nuestra tradición jurídica ejemplos que se ven en la
legislación comparada, de que la Ley no le fije límite a las
concesiones, se ha hecho necesario prever para este tipo de
yacimientos, pertenencias más extensas. La reforma establece que
constarán de cien hectáreas, que es la medida que el Código ha tenido
fijada hasta ahora para los depósitos de salitre y boratos (artículo
90) y que la reforma establece para ambas sustancias, las salinas de
cosecha y el litio (reforma a los arts. 90 y 226), yacimientos todos
estos también extendidos.
La forma de estas pertenencias de cien hectáreas, siempre debe ser
regular, según lo establece el artículo 224.
El canon de estas pertenencias extraordinarias debe ser también
extraordinario. Por eso, se establece, para cada caso, el múltiplo que
hay que aplicarle a la patente de una pertenencia ordinaria de la misma
categoría.
Arts. 245 y 247. -- Véase la nota a la reforma al artículo 24.
Artículo 251. -- Los dos párrafos que se agregan a este artículo
tienden al correcto registro y empadronamiento de las minas, para su
cabal conocimiento público y consiguiente efectos, en su caso, respecto
del canon y de la inversión de capital, condiciones éstas del amparo o
conservación de las concesiones.
Artículo 268. -- La reforma elimina las limitaciones artificiales de
los grupos mineros, o sea la de sus dimensiones y superficies,
defectuosamente indicadas en la norma y que al artículo 2º del dec. del
18 de julio de 1907 intentó subsanar.
Ya se ha dicho, al comentar la reforma del artículo 226, con cita del
último párrafo de la nota del codificador al artículo 223, que cuando
se trate de empresas que necesiten para desarrollarse un campo más
vasto, la Ley no sólo concede más de una pertenencia (arts. 132 y 338),
sino que además permite la agrupación de diferentes concesiones (arts.
261 y siguientes).
Esta última posibilidad, o sea la formación de grupos mineros, el
codificador la reconoce como conveniente, por ofrecer un campo más
vasto para una buena explotación (nota al artículo132, párrafo
antepenúltimo; ídem al artículo 261, párrafo tercero).
La posibilidad de formar estos grupos mineros responde, entonces, a una
razón de conveniencia económica distinta de las tenidas en cuenta por
el Código al limitar el número y la superficie de las pertenencias que
pueden componer una mina, y que son evitar el monopolio del criadero
por su descubridor, aumentar el número de las explotaciones y provocar
la concurrencia (nota al artículo 261, párrafo segundo).
Siendo así, los límites de los grupos mineros no deben ser los
artificiales fijados para las minas, sino los naturales de los
yacimientos. Cada uno de éstos, en efecto, constituye una unidad
geológica, cuyo tratamiento jurídico integral no se detiene en la
limitación que la Ley impone a los derechos de los descubridores.
La indivisibilidad absoluta de las pertenencias y la relativa de las
minas compuestas por varias de ellas (arts. 14 y 15), la posibilidad de
demarcar una mina sobre parte del terreno de un permiso de cateo ajeno
o saliendo de los límites del propio del descubridor (artículo 37), la
ampliación o acrecentamiento de pertenencias cuyas labores se hayan
internado o estuviesen próximas a internarse en terreno vacante (arts.
191 y siguientes), son algunos de los ejemplos señalados por la
doctrina del tratamiento que el Código da a cada yacimiento como una
unidad geológica, como un todo físico que en realidad, es consideración
que trasciende de los límites artificiales impuestos a los
descubridores para evitar que cada uno de éstos constituya un monopolio
(Guillermo J. Cano, "La institución de las minas nuevas o estacas en el
Código de Minería argentina", en Jurisprudencia Argentina, 1961-IV,
sección doctrina, página 38, número 5; "La institución de la unidad
geológica en el Código de Minería", en La Ley, 142-773).
La reforma se funda, por lo que acaba de exponerse, en uno de los
principios medulares de nuestra legislación, cual es el de considerar a
cada yacimiento una sola unidad geológica. Cuando las razones de
conveniencia económica que limitan el número y la superficie de las
pertenencias que puede pedir el descubridor --evitar el monopolio por
parte de éste, aumentar el número de las explotaciones y provocar la
concurrencia--, ceden el paso a la conveniencia reconocida de ofrecer
un campo vasto para una buena explotación, la regulación
artificialmente creada por la Ley debe dar lugar a la impuesta por la
naturaleza. De ahí que, en adelante, los grupos mineros no tengan otra
limitación en cuanto a sus dimensiones y superficies, que lo que
resulte naturalmente de la conveniencia reconocida de abarcar, a juicio
de la autoridad minera, la unidad geológica del o de los yacimientos
cubiertos por las pertenencias a agrupar, circunstancia cuyo
cumplimiento se verificará al practicarse la prueba pericial prevista
por el artículo 262, de la cual debe resultar, además que la reunión de
las pertenencias es realizable y conveniente.
Sección I del título IX. Esta sección de denominaba hasta ahora, desde
la reforma parcial del sistema del amparo o conservación de las minas
operada mediante dec.-Ley 5760 del 23 de abril de 1958, "Del canon, de
la inversión de capital y de la intensidad de la explotación", según
así lo dispuso el artículo 2º del citado decreto-Ley.
La innovación introducida por la reforma, aparte de aportar sencillez y
rigor jurídico a la denominación de esta sección, concuerda con la
reforma del artículo 281.
Artículo 270. -- Los conceptos que la reforma agrega a este artículo
tienden a lograr una absoluta y total exención fiscal por el término de
los primeros cinco años de la concesión, que se cuentan a partir del
momento en que puede emprenderse la explotación (artículo 47).
El alcance de la exención a las contribuciones provinciales y
municipales no puede ser atacado de inconstitucional, en razón de
tratarse de un privilegio temporario amparado por el artículo 67,
inciso 16, de la Carta Magna. Este alcance fue admitido en el debate
parlamentario de la Ley 10.273, cuyo artículo 3º impuso el texto hasta
ahora vigente de la norma que se reforma (Diario de Sesiones de la
Cámara de Diputados, 1917, V, p. 243); la iniciativa no hace más, por
tanto, que recoger el alcance dado originariamente a la exención.
Por otra parte el artículo 403, incorporado por la Ley 12.161, contiene
una norma análoga, ampliamente fundamentada, a su vez, en el debate
parlamentario respectivo (Diario de Secciones del Senado, 1930/1932,
ps. 227 y 229).
Naturalmente, la exención beneficia exclusivamente al propietario de la
mina, abarcando a todos los procesos a que fueren sometidos por él los
minerales que extraiga, hasta que sean comercializados a terceros.
Artículo 272. -- La reforma incorpora a este artículo precisiones en
materia de pago del canon de exploración, que no existen en la
legislación hasta ahora vigente.
El principio general expresado por el artículo, tal cual fue redactado
por la Ley 10.273, es que el canon se paga por adelantado.
En el orden nacional, el artículo 1º del dec. reglamentario 112.785/42
dispuso que la concesión del permiso de cateo se tendrá por nula si el
pago del canon de exploración no se hubiera realizado dentro de los
treinta días siguientes a la notificación del otorgamiento del permiso.
Este es el antecedente que recoge la reforma, la cual, en lo que se
refiere al permiso de trabajo formal, concuerda con la del artículo 29,
a cuyo comentario cabe aquí remitirse.
Artículo 273. -- El sistema de amparo o conservación de la concesión,
mediante el pago de un canon o patente anual por pertenencia y la
inversión de un mínimo de capital fijo, fue introducido por la reforma
de 1917 (Ley 10.273) y empezó a regir el 1 de enero de 1919 (artículo
16 de la Ley citada).
El canon fue fijado en lo que ahora sería un peso para las sustancias
de la primera categoría y cincuenta centavos para las de la segunda
(artículo 271, cf. artículo 4º de la Ley 10.273).
Pese a que el canon debe ser fijado periódicamente por Ley nacional
(artículo 269, cf. artículo 2º de la Ley 10.273), solamente dos veces
se dio cumplimiento a dicha obligación. La primera, que fijó el canon
en lo que hoy sería cincuenta pesos y veinticinco pesos, según la
categoría de las sustancias, se concretó mediante el artículo 15 del
dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963, pero su vigencia fue del todo
efímera: Al año siguiente, por Ley 16.469, el Congreso Nacional declaró
sin efecto aquel decreto-Ley. A raíz de ello, el canon volvió a quedar
cristalizado en los valores que entraron a regir en 1919, lo que
desembocó a mediados de la presente década y como consecuencia de la
creciente desvalorización monetaria, en que en algunas provincias ni
siquiera se molestaran en cobrarlo, omisión que, aunque explicable
desde el punto de vista de la economía de la administración pública,
significaba que la institución de la caducidad de las minas por falta
de pago del canon estaba suspendida de hecho.
El Proceso de Reorganización Nacional fue quien por segunda vez dio
cumplimiento a la obligación de fijar periódicamente el canon por Ley
nacional. Lo fijó en $ 12.000 y en $ 6000, según la categoría de las
sustancias, a partir del 1 de enero de 1978, por el artículo 1º de la
Ley 21.593. Por aplicación del artículo 2º de esta última Ley, dicho
canon quedó actualizado en $ 48.040 y en $ 24.020, respectivamente, a
partir del 1 de enero de 1980.
Los nuevos valores del canon vigentes desde el 1 de enero de 1978 han
dado lugar a que concesionarios sin interés en explotar sus minas, que
las mantenían amparadas mediante el pago de un peso o cincuenta
centavos al año por pertenencia, especulando con la posibilidad de
negociarlas, hayan optado por dejarlas caducar. En las provincias de La
Rioja y Río Negro, por ejemplo, minas caducas por falta de pago del
canon, que fueron puestas en remate con ajuste a lo previsto por los
arts. 272 y 274 (cf. arts. 5º y 7º de la Ley 10.273), o fueron
retiradas de la subasta por haber pagado el concesionario ejecutado el
canon adeudado más una multa y los gastos del remate, o fueron
adjudicados en propiedad a sus respectivos postores. La movilización en
el comercio de esas propiedades mineras inexplotadas, ha revelado un
interés público por la minería que, con el inoperante canon anterior,
no se podía manifestar, porque la mayoría de las minas inexplotadas
continuaban amparadas y porque las autoridades mineras de las
Provincias no se resolvían a afrontar los gastos del remate de minas
con la base de un peso o de cincuenta centavos por pertenencia.
En cuanto a la otra condición del amparo, o sea la inversión de un
mínimo de capital fijo, la reforma de 1917 determinó que la autoridad
minera debía fijarlo entre lo que ahora serían cien y cuatrocientos
pesos para las minas de la primera categoría, y treinta y cien pesos
para las de segunda (artículo 273, cf. artículo 6º de la Ley 10.273).
La efímera reforma de 1963 llevó esos valores a los siguientes: De tres
mil a veinte mil pesos para las minas de la primera categoría, y de dos
mil a cinco mil para las de la segunda (artículo 17 del dec.-Ley 8925
del 8 de octubre de 1963). Al haber sido declarada sin efecto por la
Ley 16.469, dicha reforma no entró a regir, por lo que actualmente los
valores entre los cuales las autoridades mineras deben fijar el mínimo
de capital fijo a invertir, siguen siendo, como en 1919, de cien a
cuatrocientos pesos y de treinta a cien pesos por mina, según su
categoría.
La reforma concluye con este lamentable atraso legislativo, sin cambiar
la condición del amparo pero innovando en su instrumentación. Ya no
será la autoridad minera quien fije de oficio entre dos valores el
número de capital fijo a invertir; por el contrario, será el
concesionario quien deberá asumir la responsabilidad de presentar ante
aquella autoridad una estimación del plan y monto de las inversiones de
capital fijo que se proponga efectuar en rubros de la explotación
determinados legalmente, a concertarse en el plazo de cinco años y con
un porcentaje obligatorio en los dos primeros años.
Las inversiones estimadas por el concesionario no podrán ser
inferiores, bajo pena de caducidad, a una suma igual al múltiplo que
fija la norma para el canon anual que corresponda a la mina de acuerdo
con su categoría y el número de pertenencias.
Teniendo en cuenta que el canon de explotación, como ya se ha dicho, ha
quedado actualizado, para 1978, por aplicación del artículo 2º de la
Ley 21.593, en $ 48.040 y en $ 24.020 por pertenencia, según la
categoría de la mina, el cuadro de posibilidades según categoría, canon
por pertenencia, número de pertenencias, canon por mina, múltiplo legal
e inversión, es el siguiente:
Como puede observarse, los montos de inversión resultantes del
procedimiento adoptado, son por demás prudentes. La obra, construcción
o adquisición más modesta directamente conducente a la explotación,
cubre fácilmente tales montos. Ninguna empresa minera puede
desarrollarse si en el plazo de cinco años, pudiendo explotar la mina y
luego de presentada la petición de mensura --lo que supone conocer las
características del criadero y haber decisión empresaria en cuanto al
número de pertenencias-- no puede invertir el mínimo de capital fijo
que resulta en cada caso del cuadro precedente.
Cabe aquí aclarar que la disposición transitoria contenida en el
artículo 3º de la Ley de reformas, deja a salvo los derechos de los
concesionarios que tuvieren invertido el capital fijo previsto por las
normas hasta ahora vigentes.
Artículo 273 bis. -- La aplicación de la sanción de caducidad por
incumplimiento de lo establecido por el artículo 273 es, en todos los
casos, con observancia de las condiciones del debido proceso y de la
garantía de la defensa en juicio.
Artículo 274. -- La reforma tiene por objeto eliminar de los registros,
minas vacantes cuya existencia no ha sido verificada.
La existencia de la mina, salvo el caso contemplado por el artículo
114, se verifica al comenzar la operación de mensura. Esta, en efecto,
se inicia por el reconocimiento de la labor legal, y resultando
cumplidas sus condiciones --o sea que ponga de manifiesto la dirección
o corrida del criadero, su inclinación o recuesto, su potencia o
espesor--, se procederá a las mediciones (arts. 133 y 237).
Mientras esa verificación oficial no se concrete, la mina tiene una
existencia sólo presunta: La manifestación de descubrimiento efectuada
acompañando muestra del mineral (artículo 113).
En estas condiciones, si la mina ha estado empadronada como vacante
durante tres años sin que nadie la solicite, su registro pierde toda
significación y utilidad, transformándose en cambio en una molestia
burocrática para la autoridad minera y terceros interesados en la zona.
Artículo 280. -- La reforma ha tenido por objeto derogar la exención de
que goza hasta ahora, en materia de canon, el permiso de trabajo formal.
Concuerda, así, con el texto propuesto para los arts. 29 y 272, a cuyos
comentarios cabe aquí remitirse.
Artículo 281. -- La condición eventual de que la explotación de las
minas se realice con la intensidad razonable que fije el Poder
Ejecutivo nacional en ejercicio de una facultad discrecional, fue
incorporada al sistema de amparo o conservación de las concesiones, a
manera de refuerzo, por la reforma parcial de 1958 (arts. 1º y 2º del
dec.-Ley 5760 del 23 de, abril de ese año).
Para entonces, la desvalorización monetaria ya había erosionado de tal
forma los valores que habían entrado a regir en 1919 para el canon y la
inversión de capital --las dos condiciones originarias del sistema de
amparo--, que los mismos habían perdido toda significación como
estímulo para mantener las minas en explotación.
Sin embargo, la nueva condición no fue suficiente para compensar la
declinación, hasta su virtual desaparición, de los efectos estimulantes
del canon y de la inversión de capital. En más de veinte años de
vigencia, no se conocen casos concretos de que la norma haya sido
aplicada con resultados positivos.
El Proceso de Reorganización Nacional fijó un nuevo canon para 1978,
mediante la Ley 21.593, que prevé un mecanismo anual de actualización.
La condición de la inversión de capital es a su vez renovada y
actualizada por la reforma al artículo 273, a cuyo comentario cabe
remitirse.
En consecuencia de ello, la condición incorporada por la reforma
parcial de 1958, sobre haber resultado inoperante, ha perdido su razón
de ser.
La reforma ha decidido por ello sustituir dicha condición, por otra de
fines diferentes pero de mayor interés para la sociedad. En lugar de
pretender optimizar explotaciones ya existentes, en ejercicio de una
facultad discrecional que podría llegar a la arbitrariedad porque el
Estado no es infalible, se ha decidido acordar a la autoridad minera la
atribución reglada de exigir a los concesionarios de minas que han
estado totalmente inactivas por más de cuatro años consecutivos, aunque
tengan pago el canon y cumplida la condición de invertir capital fijo,
la presentación y el consiguiente desarrollo de un proyecto de
activación o reactivación.
Es decir que la reforma persigue que las minas sean instrumentos de una
economía de producción, que es la implementada por el Programa de
Recuperación, Saneamiento y Expansión de la Economía Argentina, pero
sin caer en la pretensión de fijarle de oficio niveles de intensidad,
por razonables que éstos pudieren resultar, propósito éste que, por
otra parte, no concuerda con la filosofía del Código en la materia,
expresada al respecto en el artículo 282.
El destino de las minas --decía el autor del Código en su nota al
artículo 147--, atendida su naturaleza y el interés de la sociedad, es
el trabajo; el trabajo es su vida, es su razón de ser. Por eso se
solicitan para trabajarlas y para que sean trabajadas se conceden.
La sustitución del pueble por el canon y la inversión de capital, como
sistema de amparo o conservación de la concesión, no le ha hecho perder
concordancia a dicha anotación, con el espíritu del Código, que es, que
no puede ser otro, que el de regir los derechos, obligaciones y
procedimientos referentes no sólo a la adquisición, sino también a la
explotación y aprovechamiento de las sustancias minerales (artículo 1º).
Una mina podrá estar inactiva cierto tiempo por falta de mercado para
sus productos, por dificultades económicas de su propietario o por
cualquiera otra razón transitoria, pero nunca podrá estar inactiva
indefinidamente por mera especulación. El pueble no fue sustituido para
posibilitar que las minas permanezcan inactivas en manos de quien puede
pagar el canon e invertir un mínimo de capital fijo, sino para
acordarle a la propiedad minera una seguridad, una estabilidad jurídica
de que entonces no gozaba, en detrimento de su crédito y de las
transacciones de que pueden ser objeto.
El concepto de mina inactiva expresado en el texto, concuerda
plenamente con el de mineral abandonado que contiene el Código en su
artículo 179: Ausencia de trabajos regulares o formales durante un
plazo determinado, que en este caso es de cuatro años continuos.
Porque, como dice el codificador en su nota al citado artículo 179, la
rebusca, el pirquén y otras operaciones semejantes no pueden mirarse de
manera alguna como amparo.
La reforma no vulnera, como ya se habrá advertido, el sistema de amparo
vigente. El propietario que pague el canon y que invierta el mínimo de
capital fijo resultante de la aplicación del artículo 273, amparará y
conservará su concesión aunque la mantenga inactiva, pero esta
situación sólo podrá sostenerla sin riesgos durante cuatro años
continuos. Pasado este plazo, la autoridad minera podrá exigirle la
presentación de un proyecto de activación o reactivación y su
consecuente cumplimiento, bajo pena de caducidad en uno y otro caso. Es
la mínima participación responsable que se le puede exigir al
propietario de la mina; es, además, una atribución mínima de la
autoridad porque no interfiere ni interviene en el proyecto, que ni
siquiera requiere su aprobación: Basta que la mina sea activada o
reactiva libremente, como prescribe el artículo 282 y que ello sea
objeto de la constante vigilancia de la autoridad, como reza dicho
artículo.
Conviene tener presente, como antecedente, que ya el dec.-Ley 8925, del
8 de octubre de 1963, en su artículo 23, había intentado derogar por
inconveniente la reforma parcial de 1958, invocando precisamente los
nuevos valores del canon y de la inversión de capital, que el mismo
imponía.
Artículo 282. -- No tanto la extracción de los minerales, sino más bien
los procesos consiguientes de concentración, de fundición y de
refinación, cuya integración local o regional con las explotaciones es
estimulada por la reforma mediante la derogación del último párrafo del
artículo 53, pueden llegar a afectar la preservación del ambiente.
Aunque este aspecto es del resorte de la policía administrativa con
competencia específica en materia ambiental, se ha estimado conveniente
agregar al Código de Minería la prevención pertinente, para asegurar su
observancia por parte de quienes podrían considerarse excluidos de su
cumplimiento.
Artículo 292. -- Cabe remitirse al comentario sobre la reforma al
artículo 24.
Artículo 350. -- Véase la nota a la reforma al artículo 24.
Artículo 352 bis. -- En el comentario a la reforma al artículo 10, se
hizo ya referencia a que si bien el dominio originario del Estado sobre
las minas, reconocido por el artículo 7º, es por cierto inalienable e
imprescriptible, no lo es con el alcance que tienen estos dos
caracteres en el caso de los bienes del dominio público. Las minas --se
señaló allí-- son bienes privados del Estado, y porque son bienes
privados puede éste, sin perjuicio de su dominio originario,
inalienable e imprescriptible, constituir sobre aquéllas una propiedad
particular distinta a favor de terceros, mediante la concesión legal.
Esta propiedad particular de características singulares, es a su vez
distinta de la propiedad común, y por eso se denomina propiedad minera.
Y así como la inalienabilidad de ese dominio originario no impide la
constitución de la propiedad particular de las minas por la concesión
legal, o sea de la propiedad minera, así también el autor del Código
entendió que la imprescriptibilidad indiscutida de aquel dominio no
podía impedir la adquisición de la propiedad minera, no ya por la
concesión legal sino mediante la corta prescripción del artículo 352.
Sin embargo, la solución del codificador no concuerda con las fuentes
por él mismo invocadas. Ni la Ley española de la Nueva Recopilación que
cita en su nota al artículo 352 --salvo la admisión que ésta hace de la
prescripción por tiempo inmemorial, caso que el autor del Código
consideró de difícil realización-- ni la doctrina de Splingard,
Proudhon y Bury que menciona, admitían la prescripción contra el
soberano o contra el Estado, y así lo reconoce aquel en su nota. La
solución que propuso y concretó en el artículo 352, fue elaborada por
él en contradicción con las fuentes consultadas, con el solo argumento
de que, si nadie ha registrado durante un año, y si durante este año
otro la ha ocupado y explotado sin interrupción y sin oposición, el
vicio, se da por purgado, y la posesión constituye ya un título legal
(párrafo 13).
A esta circunstancia, que le resta respaldo y solidez a la norma, se
suman opiniones de la doctrina nacional que sostiene que, a partir de
la sustitución del pueblo por el canon como sistema de amparo,
introducida mediante la Ley 10.273 de 1917, la prescripción adquisitiva
de las minas no se opera contra el Estado propietario originario de
ellas, porque éstas, como establece el artículo 269, modificado por el
2º de aquella Ley, son concedidas mediante un canon anual por
pertenencia. Por tanto, si el canon ampara la concesión constitutiva de
la propiedad minera, la imposibilidad de pagar el canon por falta de
concesión trae aparejada a su vez la imposibilidad no sólo de que rija
en el caso la institución del amparo, sino incluso la de adquirir por
prescripción dicha propiedad.
Para disipar toda duda sobre la vigencia de una institución discutida y
contradictoria respecto de sus fuentes, cuyos beneficios para la
sociedad y para el Estado no son claros, se ha creído conveniente
recoger en la reforma las opiniones doctrinarias precedentemente
aludidas, en el sentido de que la prescripción adquisitiva no se opera
contra el Estado propietario originario de la mina. Podrá el poseedor
oponerla a un tercero que pretenda la mina, pero en ese caso no podrá
librarse de las sanciones que impone el artículo 38, a quien explote
formalmente antes de la concesión legal sanciones éstas que involucran
la suspensión de los trabajos, el pago de la multa y, lo que es peor,
la posibilidad de perder todo derecho si no solicita la ineludible
concesión en el término por demás perentorio de treinta días.
Como la reforma aparece contradiciendo de alguna manera la nota del
codificador el artículo 352, se ha preferido concretarla por separado,
en el artículo 352 bis, incluso para respetar la concordancia de aquél
con los restantes artículos del título XIV.
Y si bien y por la misma causa, se ha sostenido en la doctrina nacional
que tampoco se operaría la prescripción bienal o quinquenal contra el
legítimo propietario particular de la mina, a que se refiere el
artículo 353, se ha optado por no innovar en el tema, teniendo en
cuenta que el peligro eventual de perder la propiedad de una mina
poseída por otros sin interrupción ni contradicción alguna, es un
estímulo más que se agrega a las condiciones del amparo, para que su
concesionario la mantenga en actividad.
Título XVIII. -- El Código contaba, originariamente, con dieciséis
títulos numerados del I al XVI, más un título final, que estaba
integrado por los arts. 373, 374 y 375.
Por Ley 12.161, de 1935, se le incorporó un nuevo título, el XVII,
denominado "Del régimen legal de las minas de petróleo e hidrocarburos
fluidos", integrado por los actuales arts. 373 a 408, cuyas
disposiciones continúan rigiendo las concesiones que fueron otorgadas
bajo su vigencia (artículo 8º de la Ley 17.319). Al discutirse el
proyecto en el Senado, se admitió que aquél, al numerar los artículos
del nuevo título XVII, a partir del 373, resolvía implícitamente
alterar la numeración de los tres artículos finales del Código de 1886
(Diario de Sesiones, 1930-1932, t. 2, p. 177), que pasaron así a ser
considerados como arts. 409, 410 y 411.
Por el artículo 4º del dec.-Ley 5760, del 23 de abril de 1958, y con
motivo de la reforma parcial al sistema de amparo que dicha legislación
introdujo, se le incorporaron al título final los arts. 16, 17 y 18 de
la Ley de reformas 10.273. Y por el artículo 5º del mismo decreto-Ley,
se dispuso, en concordancia con lo que había admitido el Senado en la
oportunidad antes señalada, que los arts. de dicho título final se
numerarían del 409 al 414 inclusive.
Luego, por Ley 16.857 se le agregó un nuevo artículo, el 415, en tanto
que por Ley 20.348 se hizo lo propio con el 416.
Es decir que, hasta ahora, el título final del Código estuvo integrado
por los arts. 409 al 416.
Como se aclara más abajo, la reforma establece que los artículos del
título final se numerarán del I en adelante.
Ello posibilita que los artículos del nuevo título XVIII comiencen con
el 409.
El objeto del nuevo título XVIII es regular las actividades de
investigación geológica y minera que realizan tanto el Estado nacional
como las provincias.
En los países donde la minería ha llegado a ocupar primeros planos en
el orden económico, el Estado, como bien lo señalara Joaquín V.
González en el recinto del Senado allá por 1909 (Diario de Sesiones, p.
572), ha debido cumplir con ese servicio público permanente de
investigar el subsuelo para que el capital y el trabajo de sus
habitantes transformen las riquezas minerales alumbradas en productos
útiles a la sociedad.
En nuestro país, esa labor de investigación tiene un antecedente
venerable: el histórico descubrimiento de petróleo efectuado en
Comodoro Rivadavia por la entonces Dirección de Minas Geología e
Hidrología --germen de la actual Secretaría de Estado de Minería--, el
13 de diciembre de 1907. Desde antes de ese hecho y hasta ahora, las
actividades estatales que el nuevo título regula, se han venido
desarrollando, por diversos organismos nacionales y provinciales, tanto
libremente como al amparo de Leyes o decretos especiales de reserva,
cuya constitucionalidad ha sido y es motivo de controversia en la
doctrina y en la jurisprudencia, en razón de no estar contemplados en
el Código de Minería dictado en consecuencia de la Constitución.
La reforma, como ya lo había intentado el artículo 20, del dec.-Ley
8925 del 8 de octubre de 1963, viene a salvar esa ya prolongada
omisión. Y siguiendo una buena técnica legislativa, lo hace respetando
la estructura formal del Código de Minería; no lo despedaza, sino que
lo integra. De esta suerte, sus principios generales e incluso, en su
mayor parte, la doctrina elaborada alrededor de los mismos, seguirá
teniendo plena validez.
Coincidente con ese criterio, es el método escogido por la reforma, de
incorporarle al Código un título especial. Fue adoptado con éxito en
1935, con motivo de la reforma introducida por la ya citada Ley 12.161,
y tiene la ventaja que obliga a considerar el nuevo texto legal como
parte misma del Código, porque no hay otra forma de citar los nuevos
artículos, que siguiendo la numeración de aquél. Esto facilita la
consulta y el conocimiento de la legislación minera, cosa que no ocurre
en el caso de Leyes especiales cuyo articulado tiene numeración propia,
independiente de la del Código.
Artículo 409. -- Esta norma tiene su antecedente en la que el artículo
20 del dec.-Ley 8925 del 8 de octubre de 1963, había incorporado al
Código con igual número.
La diferencia operativa entre aquella norma y la que aquí se comenta,
consiste en que la última permite que las entidades estatales que
tuvieren a su cargo investigaciones geológicas y mineras, podrán
protegerse contra actividades afines de terceros, cursando por escrito
una comunicación a la autoridad minera con los recaudos del caso. O
sea, sin necesidad de pedir permiso de cateo.
La Comisión Nacional de Energía Atómica tiene una atribución análoga
por el artículo 15 del dec.-Ley 22.477 del 18 de diciembre de 1956.
Puede afirmarse que esta norma tornará inocua la institución de la
discutida reserva por Ley especial o decreto, dada la facilidad de la
forma para obtener la protección de las investigaciones y la
razonabilidad de su superficie y plazo, que no permite que la actividad
privada quede totalmente impedida de volcarse a la minería en todo el
territorio de una o más provincias, como infortunadamente ha ocurrido
en diversas oportunidades.
Artículo 410. -- Las entidades estatales que tuvieren a su cargo
investigaciones geológicas y mineras --tal el caso, por ejemplo, de la
Secretaría de Estado de Minería, que cuenta con un Servicio Geológico
Nacional y con un Servicio Minero Nacional--, podrán manifestar
descubrimientos y obtener su registro con ajuste a lo determinado por
el párrafo I, sección I, título VI del Código.
Sin embargo, ello no significa que tales entidades puedan emprender
explotaciones, porque les alcanza la prohibición del artículo 9º
Lo que podrán hacer a partir de la reforma, porque así lo autoriza este
nuevo artículo, es disponer de las minas que descubrieren al sólo
efecto de entregarlas en propiedad a particulares, mediante subasta
pública. Si la compraventa no se opera en el plazo de cinco años
contados a partir del registro de la manifestación de descubrimiento,
la mina quedará vacante.
La prohibición de explotar las minas descubiertas y la facultad de
disponer de ellas, mediante subasta pública, a favor de particulares,
encuadra en la concepción adoptada por la doctrina social de la
Iglesia, expuesta en numerosas encíclicas y alocuciones papales y que
se basa en el llamado principio de la subsidiariedad. Como se ha
señalado en el Programa de Recuperación, Saneamiento y Expansión de la
Economía Argentina, el Estado no debe, en principio, ejercer
actividades propiamente empresarias, sino en forma complementaria y
subsidiaria del individuo y de las organizaciones sociales intermedias.
Sin perjuicio de ello, la norma adopta los recaudos pertinentes para el
caso de minerales estratégicos, y deja a salvo el derecho de aquellas
entidades estatales autorizadas por Ley para efectuar exploraciones y
explotaciones mineras, para que lo ejerzan por sí o por terceros, en
concordancia, en caso de disponer su reserva, con lo previsto por la
reforma al artículo 281.
El antecedente de esta norma es la que el artículo 20 del dec.-Ley 8925
del 8 de octubre de 1963 había incorporado al Código con igual número.
Artículo 411. -- La alternativa de la manifestación de descubrimiento,
su registro y consecuente transmisión de derechos a particulares, es el
concurso que regla la sección II del nuevo título XIX, para la
contratación de la exploración y explotación a gran escala de áreas que
justifiquen ese procedimiento excepcional.
Título XIX. -- El contenido de este otro nuevo título que la reforma
incorpora al Código de Minería --para cuya fundamentación formal basta
remitirse a lo comentado sobre el también nuevo título XVIII-- está
suscintamente anticipado en el Programa de Recuperación, Saneamiento y
Expansión de la Economía Argentina, adoptado por el Proceso de
Reorganización Nacional.
La estructura de la minería moderna --dice aquel documento-- tiene por
fundamento la exploración de yacimientos minerales de baja Ley,
diseminados en grandes extensiones y a considerables profundidades. Su
descubrimiento y exploración sólo es factible mediante la participación
de grandes empresas con organización, capital y tecnología adecuados a
la magnitud del esfuerzo que se requiere. Por tal razón, es imperioso
promover la participación de grandes empresas mineras, para lo cual es
necesario adecuar nuestra legislación a las características de una
explotación moderna, pues la actualmente vigente está referida a los
yacimientos vetiformes que fueron característica de la minería del
siglo pasado. Delineado el nuevo marco jurídico, que sería muy extenso
explicar en este enfoque, la actividad será promovida...
Este nuevo título XIX tiene, pues, por objeto, delinear el nuevo marco
jurídico para la minería a gran escala, anunciado por el programa
económico, tendiente a promover la participación de grandes empresas.
La vía escogida para promover esa participación, es el concurso público
de ofertas para la exploración y explotación a gran escala de áreas y
yacimientos minerales del dominio originario del Estado.
Naturalmente, ello no obsta a que una exploración y eventual
explotación a dicha escala pueda ser emprendida a partir de los
permisos de cateo y de las concesiones de minas que legisla el Código y
que la reforma actualiza en alguna de sus disposiciones, pero ello
depende de la mera iniciativa privada, en tanto que lo que pretende el
programa económico es promover la participación de grandes empresas,
despertando su interés sobre determinadas áreas o yacimientos
minerales, previamente seleccionados de común acuerdo por la Nación y
la provincia respectiva en razón de las expectativas que ofrezcan.
En el país, existen algunos precedentes especiales sobre concursos
mineros, tales el dec.-Ley 4711 del 11 de junio de 1963, dictado para
la empresa Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio, y la Ley 18.274,
que lo fue para la Dirección General de Fabricaciones Militares, en sus
arts. 3º y siguientes. En materia de hidrocarburos líquidos y gaseosos,
los concursos para permisos de exploración y concesiones de explotación
y de transporte, están previstos en la sección V del título II de la
Ley 17.319.
Artículo 412. -- Este artículo encabeza la sección I del nuevo título
XIX.
El caso por él contemplado es el de áreas determinadas o el de
yacimientos minerales determinados, que ofrezcan expectativas
interesantes para su exploración y explotación a gran escala, que han
sido localizadas unas y descubiertos otros en el transcurso de
investigaciones geológicas y mineras realizadas por el Estado. Es
decir, áreas y yacimientos respecto de los cuales, con anterioridad a
las investigaciones estatales, la iniciativa privada no se sintió
suficientemente atraída.
La norma comienza por sentar el principio de que su aplicación sólo es
factible mediante un convenio que las provincias podrán, si lo desean,
celebrar con la Nación, a efectos de contratar con terceros, por
órganos del Poder Ejecutivo nacional, la exploración y explotación a
gran escala del área o del yacimiento determinado en aquel instrumento.
Este principio, obvio es señalarlo, deja enteramente a salvo el dominio
originario de las provincias sobre las minas existentes en su
respectivo territorio, al tiempo que asegura la capacidad de decisión
nacional en la contratación a celebrarse por el Poder Ejecutivo
nacional con terceros.
Resulta de lo expuesto que el convenio es el único medio para optar por
la alternativa contractual que reglamenta el nuevo título XIX. Mientras
el convenio no se celebre, las normas excepcionales de este nuevo
título no operan. Operan, en cambio, las demás disposiciones ordinarias
del Código de Minería.
El artículo excluye a los minerales nucleares del nuevo régimen
opcional y extraordinario, en razón de estar aquellos sometidos a las
normas especiales del dec.-Ley 22.477 del 18 de diciembre de 1956. No
se ha considerado necesario ni conveniente hacer igual salvedad
respecto de los hidrocarburos líquidos y gaseosos, por cuanto la misma
resultaría manifiestamente superflua, toda vez que según el régimen de
la Ley 17.319, los yacimientos de tales substancias no son bienes del
dominio originario de las provincias (artículo 1º).
La norma culmina aclarando que las empresas contratistas no adquirirán
la propiedad de los yacimientos descubiertos o que se descubran en el
área del contrato. Ello es congruente con el sistema de la propiedad de
las minas adoptado por el Código, del cual resulta que éstas se
adquieren en virtud de concesión legal otorgada por autoridad
competente, con arreglo a las prescripciones pertinentes (arts. 8º, 10,
110 y concordantes), y que es por ese título que el minero es dueño de
todos los criaderos que se encuentren dentro de los límites de su
pertenencia (artículo 251). No habiendo concesión legal, sino sola
contratación, no hay posibilidad de constituir propiedad sobre los
yacimientos a favor del contratista; las atribuciones de éste encuadran
en cambio en un derecho de explotación, acordada contractualmente al
amparo de una legislación común y general dictada en consecuencia de la
Constitución Nacional, lo que configura suficiente y adecuada seguridad
y certeza jurídica para el contratista.
La institución del contrato de exploración y explotación de áreas y de
yacimientos minerales tiene precedentes en el país: El decreto-Ley 4711
del 11 de junio de 1963 y la Ley 18.274, ambos citados al anotar el
título XIX.
Artículo 413. -- Atento la naturaleza de los intereses comprometidos,
se dispone que la decisión provincial de aplicar el régimen especial
del título XIX en un área determinada, sea legislativa. La aceptación
por el Gobierno nacional compete al Poder Ejecutivo nacional, por
cuanto el pronunciamiento legislativo de fondo ya lo está formulando el
Código a través de la presente reforma. Pero en ningún caso el acuerdo
entre la Provincia y el Gobierno de la Nación puede cubrir más de
200.000 hectáreas, lo que acentúa el carácter excepcional que se
atribuye al sistema.
Artículo 414. -- El congelamiento del área que la celebración del
convenio opera tiene por objeto obviar los problemas que la
coincidencia de distintos regímenes jurídicos en un mismo lugar podría
plantear y, especialmente, evitar una concurrencia especulativa que
podría desnaturalizar el objetivo esencial de estimular la minería a
gran escala.
Sus efectos son equivalentes a los que el artículo 26 del Código de
Minería proyecta sobre los descubrimientos que se manifiesten en el
área cubierta por una solicitud de permiso de exploración o cateo.
Artículo 415. -- Para facilitar la explotación integral del área, la
norma prevé la forma en que el dueño de una mina preexistente al
convenio, puede aportar su derecho de explotación, mediante la debida
retribución, al ofrecimiento público que formule el Poder Ejecutivo
Nacional.
Artículo 416. -- Se pretende proporcionar a la autoridad de aplicación
la información que la habilite para imprimir a su gestión las
modalidades que mejor contemplen los altos intereses que la Ley
promueve.
Al formular su ofrecimiento al gobierno federal, la provincia se obliga
implícitamente a proporcionar la información que sobre el área obra en
su poder. El Poder Ejecutivo nacional, por su parte, adquiere la
facultad de ingresar en tierra privada sin otro requisito que avisar a
su propietario.
Los arts. 8º al 10 del dec.-Ley 22.477 del 18 de diciembre de 1956, ya
habían incorporado una fórmula similar al Código de Minería con miras a
facilitar la prospección nuclear. Lo mismo hizo la sección I del título
II de la Ley 17.319 en relación con el reconocimiento superficial, pero
mientras en estos casos la libertad de prospección se otorga a toda
persona capaz, la presente reforma sólo se la acuerda al Estado.
Artículo 417. -- Se hacen públicas la prohibición de constituir nuevos
derechos mineros, que impone el artículo 414, las modificaciones del
área y la conclusión del régimen de excepción, para evitar falsas
expectativas, brindar a los buscadores de minas un conocimiento preciso
de las áreas libres y facilitar el control del proceso a terceros
interesados y al público en general.
Artículo 418. -- Para que el sistema que se implanta no sustraiga el
área indefinidamente del régimen ordinario del Código, se limita el
plazo para formalizar la adjudicación a cinco años. Ello, unido a la
limitación especial del artículo 413, evita que la excepción tienda a
convertirse en regla y pueda limitar el desarrollo minero en lugar de
alentarlo.
Artículo 419. -- Esta norma encabeza la sección II del nuevo título.
La iniciativa que el artículo atribuye al Estado, tiene su antecedente
en la que le dieron los arts. 29, 45 y 46 de la Ley 17.319 y 3º y
siguientes de la Ley 18.274.
Artículo 420. -- Entre los objetivos principales de la reforma, está el
de estimular la inversión nacional en proyectos que exceden de sus
posibilidades.
La norma asegura la participación estatal en aquellos casos en que el
Poder Ejecutivo nacional la conceptúe necesaria.
Artículo 421. -- El llamado a concurso sigue los lineamientos que para
los hidrocarburos líquidos y gaseosos imponen los arts. 47 y 49 de la
Ley 17.319.
Artículo 422. -- La fuente de esta norma es el artículo 53 de la Ley
17.319.
Artículo 423. -- También en materia de capacidad subjetiva la reforma
se aparta del régimen general del Código.
No basta la capacidad civil. La estabilidad o magnitud de la inversión
y del esfuerzo empresario que se espera del contratista determina la
conveniencia de que sea una persona jurídica con solvencia financiera y
capacidad adecuada. Esta solvencia y capacidad son los que exige el
artículo 5º de la Ley 17.319 para la concesión de hidrocarburos y la
mayoría de las legislaciones europeas para la exploración y explotación
de minas.
También se ha seguido a la Ley de hidrocarburos en la institución de un
registro nacional de esas empresas interesadas en celebrar este tipo de
contrataciones (Ley 17.319, artículo 50 y dec. 5906 del 21 de agosto de
1967).
Artículo 424. -- Este artículo reconoce como fuentes el artículo 379,
inciso 3º del Cód. de Minería (Ley 12.161) y el artículo 51 de la Ley
17.319.
Artículo 425. -- Las fuentes de este artículo son el 5º y 50 de la Ley
17.319.
Artículo 426. -- El llamado a concurso no obliga al Estado frente a la
concursante hasta el momento en que celebra el contrato con el
adjudicatario.
Es el criterio que sigue la Ley 17.319 en sus arts. 14, 48 y 54.
Artículo 427. -- El registro de los actos que generan derechos mineros,
efectuado y autorizado por oficial público competente en libro de
protocolo, es una formalidad secular en el derecho minero
hispanoamericano. Nuestro Código lo tiene previsto no sólo para las
manifestaciones de descubrimiento (arts. 117 y 118), con los
importantes efectos de que dan cuenta los arts. 47, 133, 272 y 273,
entre otros, sino también para las solicitudes y permisos de cateo
(artículo 25), los permisos de trabajo formal (artículo 29), las minas
nuevas o estacas (artículo 138), la ampliación o acrecentamiento de
pertenencias (artículo 191), la mensura de minas (artículo 244), la
mensura de grupos mineros (artículo 267), los contratos de minas en
general (artículo 301).
La seguridad jurídica que acuerda el registro en el derecho minero, no
podía soslayarse respecto de la nueva institución del contrato de
exploración y explotación, sin afectar prácticas muy arraigadas.
La Ley 17.319 la recogió en su artículo 55.
Artículo 428. -- La forma del área de exploración a gran escala se
ajustará a las modalidades que el nuevo texto del artículo 27 establece
para los permisos de cateo.
Artículo 429. -- Se ha procurado que el plazo máximo que se fije sea
suficiente para realizar las exploraciones pero insuficiente para que
pueda el contratista especular con su postergación.
La reducción periódica del área de exploración tiene su antecedente
directo en el artículo 26 de la Ley 17.319 a la vez que reproduce una
modalidad muy difundida en este tipo de contrataciones.
Artículo 430. -- La movilización de mayores recursos humanos,
tecnológicos y de capital que requiere la exploración a gran escala,
hace que se le agreguen al contratista, las atribuciones de constituir
servidumbres, que en el Código están reservadas exclusivamente al
concesionario de minas (artículo 48).
Artículo 431. -- La opción por el régimen extraordinario del nuevo
título XIX, en lugar del ordinario del Código, se justifica cuando las
tareas a emprenderse también son extraordinarias en cuanto a su
extensión e intensidad.
La norma establece las pautas básicas para que el Estado esté
permanentemente informado del desarrollo de los trabajos proyectados en
la oferta adjudicada, pueda efectuar las verificaciones que aseguren su
cumplimiento y tome conocimiento de los resultados que va arrojando y
que en definitiva arroje la exploración.
Las fuentes de tales pautas se encuentran en el artículo 3º, inciso 1
de la Ley 18.274.
Artículo 432. -- En caso de que el contratista no opte por la
explotación, la alternativa es o someter nuevamente el área del
contrato a las disposiciones ordinarias del Código, o llamar a un nuevo
concurso.
Para afianzar el cumplimiento del objetivo de dinamizar la minería, se
fija un plazo suficiente para realizar provechosas explotaciones, pero
sin que ello pueda permitir al contratista esperas especulativas.
Artículo 433. -- No se otorga al contratista la propiedad de las minas
que descubra sino el derecho de explorar, estudiar, evaluar y explotar
yacimientos, apropiarse de los minerales que extraiga y de constituir
las mismas servidumbres que los concesionarios de minas.
No puede ceder estos derechos con la discrecionalidad que puede hacerlo
el propietario de una mina (arts. 349 y 351), por cuanto la calidad
personal del contratista es una condición determinante del acto
jurídico. Cualquier sustitución requiere la conformidad del Poder
Ejecutivo nacional, criterio que también sigue la Ley 17.319 (arts. 72,
73, 74 y 98, inciso b), y en general, todas las legislaciones que
exigen condiciones subjetivas especiales para otorgar el derecho de
explotar minas.
También se lo faculta a imponer la venta del terreno, derecho que en
este caso no se limita a una pertenencia ordinaria como disponen los
arts. 42 y 43 del Código, sino a la extensión necesaria para explotar
el yacimiento, instalar y desarrollar el complejo minero como asimismo
las actividades complementarias integradas regionalmente, que el
contrato prevea.
Se mantienen los derechos constituidos con anterioridad, pero para
evitar que pudieran obstar a la explotación a gran escala, se provee el
mismo remedio que el artículo 253 del Código da al concesionario de una
mina de la primera categoría para hacer variar o cesar los trabajos de
minas de otra categoría que lo perjudiquen.
Artículo 434. -- Las fuentes de esta norma se encuentran en el artículo
3º, inciso 2 de la Ley 18.274, y en el 21, del contrato 1225, del 19 de
agosto de 1971, celebrado entre la Dirección General de Fabricaciones
Militares, por un lado, y Falconbridge Nickel Mines Ltd., en
consecuencia de aquella Ley.
Artículo 435. -- El derecho que se otorga al contratista de explotar
los yacimientos que descubra, está condicionado a que anticipe
definiciones respecto al proyecto minero en sí, que permitan
identificar el espacio comprometido, la magnitud y la naturaleza de los
trabajos.
Artículo 436. -- Si bien se confía a la iniciativa del empresario la
responsabilidad de elaborar los programas y proyectos operativos, en el
caso extremo en que comprometiesen seriamente la eficiencia general del
proyecto, el Poder Ejecutivo nacional se reserva el derecho de
modificarlos.
Artículo 437. -- Las cargas pecuniarias que el nuevo régimen impone
son: un canon que, obviamente, no puede tener aquí la naturaleza que le
dio la Ley 10.273 (condición de amparo de la concesión), una
participación en los beneficios y las ventajas especiales que estipule
el contrato.
El canon es en este caso una contraprestación por los derechos que el
contrato acuerda. Su monto es sensiblemente superior al que se ha
fijado para amparar la propiedad minera, en consideración a la escala
de la actividad que se está regulando.
Durante el período de exploración aumenta anualmente para incitar a
reducir el área. El de explotación se mantiene fijo durante los
primeros 5 años, que suelen ser los que mayores inversiones demandan y
menores beneficios producen, pero se duplica cuando comienza la
explotación.
Se prefirió dar al Estado una participación en los beneficios y no una
regalía, como los arts. 401 y 402 del Cód. de Minería y los arts. 59 y
siguientes de la Ley 17.319 establecieron para los hidrocarburos, por
su mayor flexibilidad y equidad.
Si bien es más fácil calcular el monto de la regalía que el de los
beneficios y su percepción es más regular, incrementa los costos
unitarios y así posterga el momento de la obtención de beneficios y
puede llegar a frustrar proyectos de menor rentabilidad. La
participación en los beneficios no presenta esas desventajas y
originan, en cambio, una favorable correlación de intereses entre el
Estado y la actividad privada.
Así se explica el favor con que la práctica jurídica minera y petrolera
internacional acogiera la fórmula.
Artículo 438. -- Las minas son bienes privados de las provincias.
Cuando su explotación no se origina en la libre iniciativa privada,
sino que es la consecuencia de una convocatoria que el propio Estado ha
resuelto realizar para activar un área determinada o un yacimiento
determinado, es natural que parte del beneficio de la empresa, se
destine a quien suplió, con el llamado a concurso, la falta de
iniciativa privada.
Artículo 439. -- Las exenciones y diferimientos impositivos que el
artículo autoriza no disminuye los beneficios que el Estado puede
recibir, sino que aún podría aumentarlos. La garantía que se da a la
empresa contra un incremento tributario alienta la concurrencia y, por
ende, aumenta los beneficios que los oferentes estén dispuestos a
acordar al Estado por la adjudicación.
Como una garantía contra un incremento de la presión tributaria, se
simplifican las obligaciones del contratista en esta materia, con una
fórmula similar a la del artículo 270 del Código (cf. artículo 1º,
inciso 28, de esta Ley de reformas), coincidente, a su vez, con la que
la Ley 12.161 estableció para los hidrocarburos en el artículo 403.
Artículo 440. -- Las causales de extinción previstas en este artículo,
resultan de la aplicación de principios del derecho común.
La última causal, tiene su fuente en el artículo 80, incs. a) y b), de
la Ley 17.319.
Artículo 441. -- La fuente de esta norma es el inciso c) del artículo
80, de la Ley 17.319.
En este caso, a diferencia de los del artículo anterior, la rescisión
no se opera ipso jure, sino que es la resultante del ejercicio de una
facultad discrecional del Poder Ejecutivo nacional, quien al decidir
deberá evaluar si la gravedad del incumplimiento justifica la rescisión
del contrato o sólo el pago de una multa.
Artículo 442. -- Las fuentes de esta norma son los arts. 80, incs. c) y
d), y 87 de la Ley 17.319.
Artículo 443. -- La fuente de esta norma es el artículo 44, del
contrato 1225, celebrado el 19 de agosto de 1971 entre la Dirección
General de Fabricaciones Militares y Falconbridge Nickel Mines Ltd.
Artículo 444. -- Un corolario de la prohibición del artículo 424 es que
el cumplimiento de las obligaciones del contratista no puede quedar
supeditado a la decisión de un gobierno extranjero.
Aquél deberá tomar las previsiones necesarias para evitar que cualquier
decisión en ese sentido le impida cumplir sus compromisos. Su
inhabilidad para superar el riesgo lo hará plenamente responsable.
Artículo 445. -- Para aquellos casos en que la contratación se
extinguiere por razones ajenas a las expectativas propias del área o
yacimiento, es conveniente prever lo conducente a un nuevo llamado a
concurso.
Caso contrario, no se justificará mantener el régimen excepcional
impuesto por este título.
Artículo 446. -- La fijación de un plazo para la explotación tiene por
objeto inducir al contratista a hacer el mayor aprovechamiento posible
del yacimiento.
Si al término del contrato, la mina sigue siendo productiva, podrá
celebrarse un nuevo contrato con el mismo contratista, lo que evitaría
los inconvenientes que todo cambio de administración origina.
De lo contrario, el procedimiento a seguir será el del artículo 445.
Artículo 447. -- El dominio originario que el Código reconoce a las
provincias sobre los yacimientos sitos en su territorio, no enerva la
calidad de parte que inviste la Nación frente a los contratistas.
En consecuencia, por aplicación del artículo 100 de la Constitución
Nacional, compete a los tribunales nacionales el conocimiento y
decisión de las cuestiones que se susciten con motivo de la aplicación
e interpretación de los contratos.
Artículo 448. -- La iniciativa que el artículo 412 atribuye al Estado
no excluye la acción coadyuvante de terceros interesados en la
celebración de los contratos que prevé este título.
Por lo contrario, se estimula la propuesta de contrataciones de este
tipo reconociendo, a quien la formule, una preferencia frente a
terceros.
La Ley 17.319 contiene en su artículo 46 una norma similar.
Artículo 449. -- Siguiendo el principio de que toda norma especial
prevalece sobre la general, los principios generales del Código de
Minería se aplicarán en cuanto no se opongan al título XIX.
Ante la excepcionalidad de su objeto y contenido, no se le podrán
oponer ni Leyes ni normas generales, especiales y aún particulares,
cualquiera fuere la materia que reglaren, que sean contrarias a sus
disposiciones.
Artículo 450. -- Por claras razones de defensa nacional, cuando se
trate de sustancias minerales estratégicas, el llamado a concurso, su
aprobación y adjudicación, la conformidad con modificaciones del
contrato y su rescisión, deberán decidirse previa intervención del
Ministerio de Defensa, en coordinación con los Comandos en Jefe de las
Fuerzas Armadas.
Título Final. -- Sobre la numeración de los artículos de este título,
corresponde remitirse al comentario efectuado por el título XVIII.
José A. Martínez de Hoz.
Albano Harguindeguy.
David. R. H. de la
Riva.
Alberto Rodríguez Varela.
LEY N° 22.259
Buenos Aires, 28 de julio de 1980
EN uso de las atribuciones conferidas por el artículo 5° del Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional,
EL PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA, SANCIONA Y PROMULGA CON FUERZA DE LEY:
Artículo 1º -- Refórmase el
Código de Minería conforme a las siguientes disposiciones:
1. Sustitúyese el inciso 1 del artículo 2º, por el siguiente:
1. Minas de las que el suelo es un accesorio, que pertenecen
exclusivamente al Estado, y que sólo pueden explotarse en virtud de
concesión legal otorgada por autoridad competente, o mediante
contratación efectuada con sujeción a las disposiciones de este Código
y en los casos que el mismo establece.
2. Sustitúyese el texto del artículo 3º, por el siguiente:
Artículo 3º -- Corresponden a la primera categoría:
a) Las sustancias metalíferas siguientes: Oro; plata; platino;
mercurio; cobre; hierro; plomo; estaño; zinc, níquel, cobalto, bismuto,
manganeso, antimonio, wolfram, aluminio, berilio, vanadio, cadmio,
tantalio, molibdeno, litio y potasio.
b) Los combustibles: hulla, lignito, antracita e hidrocarburos sólidos.
c) El arsénico, cuarzo, feldespato, mica, fluorita, fosfatos calizos,
azufre y boratos.
d) Las piedras preciosas.
e) Los vapores endógenos.
3. Sustitúyese el texto del artículo 4º por el siguiente:
Artículo 4º -- Corresponden a la segunda categoría:
a) Las arenas metalíferas y piedras preciosas que se encuentran en el
lecho de los ríos, aguas corrientes y los placeres.
b) Los desmontes, relaves y escoriales de explotaciones anteriores,
mientras las minas permanecen sin amparo y los relaves y escoriales de
los establecimientos de beneficio abandonados o abiertos, en tanto no
los recobre su dueño.
c) Los salitres, salinas y turberas.
d) Los metales no comprendidos en la primera categoría.
e) Las tierras piritosas y aluminosas, abrasivos; ocres; resinas;
esteatitas; baritina, caparrosas, grafito, caolín, sales alcalinas o
alcalino terrosas, amianto, bentonita, zeolitas o minerales permutantes
o permutíticos.
4. Agrégase como artículo 6º bis el siguiente:
Artículo 6º bis. -- El Poder Ejecutivo nacional, a propuesta conjunta
de los Ministerios de Defensa y de Economía y en coordinación con los
Comandos en Jefe de las Fuerzas Armadas, clasificará periódicamente las
sustancias minerales estratégicas, a los fines señalados en el presente
Código.
5. Sustitúyese el artículo 10 por el siguiente:
Artículo 10. -- Sin perjuicio del dominio originario del Estado
reconocido por el artículo 7º, la propiedad particular de las minas se
establece por la concesión legal.
6. Agrégase al artículo 23, el siguiente párrafo:
La solicitud contendrá también el programa mínimo de trabajos a
realizar, indicando además los elementos, equipos y maquinaria a
utilizarse en los mismos, e incluirá una declaración jurada sobre
inexistencia de prohibiciones resultantes de los arts. 27, párrafo
final, y 28, párrafo quinto, cuya falsedad se penará con una multa
igual a la del artículo 24 y la consiguiente pérdida de todos los
derechos que se hubieren peticionado u obtenido, los que en su caso
serán inscriptos como vacantes.
7. Sustitúyese el texto del artículo 24, por el siguiente:
Artículo 24. -- El permiso es indispensable para hacer cualquier
trabajo de exploración.
El explorador que no ha tenido el consentimiento del propietario del
suelo ni el permiso de la autoridad, pagará a más de los daños y
perjuicios ocasionados, una multa a favor de aquél cuyo monto será un
mil (1000) a diez mil (10.000) veces el canon de exploración
correspondiente a una (1) unidad de medida, según la naturaleza del
caso.
La multa no podrá cobrarse pasados treinta (30) días desde la
publicación del registro de la manifestación de descubrimiento que
hubiere efectuado el explorador.
8. Sustitúyese el tercer párrafo del artículo 25 por el siguiente:
La publicación se hará insertando la solicitud con su proveído por dos
(2) veces en el plazo de diez (10) días en un periódico si lo hubiere;
y en todo caso, fijándose en las puertas del oficio del escribano.
9. Sustitúyese el texto del artículo 27, por el siguiente:
Artículo 27. -- La unidad de medida para los permisos de exploración es
de quinientas (500) hectáreas.
Los permisos constarán de hasta veinte (20) unidades, debiendo
duplicarse para cada unidad de medida, a partir de la quinta, el canon
de la inmediata anterior.
La demarcación se hará en un solo cuerpo, dándole la forma más regular
que sea posible.
No podrán otorgarse a una misma persona, ni a sus socios, ni por
interpósita persona, permisos colindantes ni tampoco más de cien (100)
unidades por provincia, debiendo mediar en estos casos, entre un
permiso y otro, una distancia igual a quinientos (500) metros por
unidad de medida del más extenso de los permisos.
10. Sustitúyese el texto del artículo 28, por el siguiente:
Artículo 28. -- Cuando el permiso de exploración conste de una (1)
unidad de medida, su duración será de ciento cincuenta (150) días. Por
cada unidad de medida que aumente, el permiso se extenderá cincuenta
(50) días más.
Al cumplirse trescientos (300) días del término, se liberará en una
extensión equivalente a la mitad de la superficie que exceda de cuatro
(4) unidades de medida. Al cumplirse setecientos (700) días, se
liberará en una extensión equivalente a la mitad de la superficie
remanente de la reducción anterior. En uno y otro caso, en la forma que
determine el permisionario o la autoridad en caso de silencio de aquél.
El término del permiso comenzará a correr treinta (30) días después de
aquel en que se ha otorgado. Dentro de ese plazo deberán quedar
instalados los trabajos de exploración descriptos en el programa a que
se refiere el artículo 23.
No podrá diferirse la época de la instalación ni suspenderse los
trabajos de exploración después de emprendidos, sino por causa
justificada y con aprobación de la autoridad.
No podrán otorgarse a una misma persona, ni a sus socios, ni por
interpósita persona, permisos sucesivos sobre una misma zona o parte de
ella, debiendo mediar entre la publicación de la caducidad de uno y la
solicitud de otro, un plazo no menor de sesenta (60) días. Dentro de
los treinta (30) días de vencido el permiso, la autoridad minera podrá
exigir la presentación de la información y de la documentación técnica
obtenida en el curso de las investigaciones, bajo pena de una multa
igual al quíntuplo del canon abonado.
11. Sustitúyese el texto del artículo 29, por el siguiente:
Artículo 29. -- Si dentro del plazo señalado para el cateo, el
explorador declarase que quiere establecer un trabajo formal para
comprobar la existencia del criadero, para buscar su firmeza o para
reconocer su importancia, podrá obtener tres (3) pertenencias continuas
o separadas en el punto o puntos que designase dentro del terreno de la
exploración y previo el reconocimiento y comprobación de los hechos.
Otorgado el permiso se procederá inmediatamente a la designación de las
pertenencias. Las diligencias se inscribirán en el Registro de
Exploraciones.
Una vez verificado el descubrimiento y asegurado el criadero el
empresario solicitará la formal concesión de la mina. Mientras tanto
queda sometido a lo dispuesto en el artículo 38.
El término para los reconocimientos no podrá exceder de quince (15)
meses.
Las pertenencias de trabajo formal tendrán una superficie igual a la
que resulte, según el mineral, de las disposiciones de los títulos IV y
VII de este Código, y se ampararán con un canon igual al de éstas.
Los permisionarios de cateo tienen derecho a establecer un trabajo
formal cada cuatro (4) unidades de medida o fracción.
12. Sustitúyese el texto del artículo 35 por el siguiente:
Artículo 35. -- No pueden emprenderse trabajos mineros a menor
distancia de un (1) kilómetro de instalaciones militares, sin que
preceda permiso del Ministerio de Defensa.
Cuando la exploración incluya fotografía aérea, independientemente de
lo expresado en el párrafo precedente deberá requerirse la autorización
respectiva.
13. Sustitúyese el texto del artículo 38 por el siguiente:
Artículo 38. -- El explorador no puede establecer una explotación
formal, ni hacer extracción de minerales, antes de la concesión legal
de la mina; pero hace suyos y podrá disponer de los que extraiga de las
calicatas, o encuentre en la superficie, o necesite arrancar para la
prosecución de los trabajos de cateo.
En caso de contravención, se mandará suspender todo trabajo, hasta que
se haga la manifestación y registro, y se pagará una multa cuyo monto
será veinte (20) a doscientas (200) veces el canon de explotación
correspondiente a la categoría de las sustancias extraídas.
No solicitándose el registro treinta (30) días después de requerido, se
adjudicarán los derechos del explorador al primer denunciante.
14. Sustitúyese el texto del artículo 39 por el siguiente:
Artículo 39. -- La autoridad revocará el permiso de exploración o
cateo, de oficio o a petición del propietario del terreno o de un
tercer interesado en continuar la exploración o en emprender una nueva
en el mismo lugar, si el permisionario incurriere en cualquiera de las
siguientes infracciones:
a) No instalar los trabajos de exploración a que se refiere el párrafo
tercero del artículo 28, en el plazo que el mismo determina.
b) Suspender esos trabajos después de emprendidos.
c) No cumplir el programa mínimo de trabajos a que se refiere el último
párrafo del artículo 23.
15. Derógase el último párrafo del artículo 53.
16. Sustitúyese el texto del artículo 82 por el siguiente:
Artículo 82. -- Los depósitos de salitre, las salinas y turberas se
solicitarán en la misma forma que las sustancias de la primera
categoría.
17. Derógase el artículo 83.
18. Sustitúyese el texto del artículo 89 por el siguiente:
Artículo 89. -- Las pertenencias correspondientes a las sustancias a
que se refieren los arts. 79 y 80, tendrán la misma forma y dimensiones
que se establecen en el título VII, párrafo I, de este Código
19. Sustitúyese el texto del artículo 90, por el siguiente:
Artículo 90. -- Las pertenencias de los depósitos de salitre y de las
salinas de cosecha constarán de cien (100) hectáreas.
Las de sal de roca y las de turba, de veinte (20) hectáreas.
20. Agrégase al artículo 133, el siguiente párrafo:
Cuando las pertenencias fueren contiguas, bastará una sola labor legal
con tal que cualquier medio idóneo permita presumir, con base
científica suficiente la continuidad del yacimiento en todas ellas.
21. Sustitúyese el último párrafo del artículo 212 por el siguiente:
Haya o no lugar a rectificaciones o necesidad de reparaciones, pagará
una multa cuyo monto será de treinta (30) a cien (100) veces el canon
anual correspondiente al socavón.
22. Sustitúyese el texto del artículo 226, por el siguiente:
Artículo 226. -- La pertenencia de minas de hierro constará de
seiscientos (600) metros de longitud y de cuatrocientos (400) metros de
latitud, la que puede extenderse hasta seiscientos (600) metros según
la inclinación del criadero.
La de carbón y demás combustibles, de novecientos (900) metros de
longitud por seiscientos (600) metros de latitud, la que puede
extenderse hasta novecientos (900) metros.
La pertenencia de yacimientos de tipo diseminado de primera categoría
cuando la mineralización se halle uniformemente distribuida y permita
la explotación a gran escala por métodos no selectivos, constará de
cien (100) hectáreas.
Las de borato y litio constarán también de cien (100) hectáreas.
En el caso de primer párrafo, el canon anual por pertenencia será
cuatro (4) veces el de una pertenencia ordinaria de la misma categoría,
en el del segundo, nueve (9) veces, y en el del tercero y cuarto,
veinte (20) veces.
23. Sustitúyese el texto del último párrafo del artículo 245, por el
siguiente:
No verificándolo así, se hará pasible a una multa cuyo monto será tres
(3) a diez (10) veces el canon anual que devengara la mina.
24. Sustituir el texto del último párrafo del artículo 247, por el
siguiente:
No verificándolo así, se hará pasible de una multa cuyo monto será tres
(3) a diez (10) veces el canon anual que devengare la mina.
25. Agréganse al artículo 251, los siguientes párrafos:
El concesionario está obligado a dar cuenta a la autoridad minera del
hallazgo de cualquier sustancia concesible distinta de las que
constaren en el registro y empadronamiento de la mina, para su
anotación en los mismos y, en su caso, efectos consiguientes en materia
de canon y de inversión de capital.
El concesionario que no cumpliere esta obligación dentro de los sesenta
(60) días del hallazgo, se hará pasible de una multa de diez (10) a
cien (100) veces el canon de explotación correspondiente a la sustancia
omitida.
26. Sustitúyese el texto del artículo 268, por el siguiente:
Artículo 268. -- El grupo minero puede constar del número de
pertenencias previamente mensuradas que fueren necesarias, a juicio de
la autoridad minera, para abarcar la unidad geológica del o de los
yacimientos cubiertos por aquéllas, circunstancia cuyo cumplimiento se
verificará en la oportunidad señalada por el artículo 265
27. La sección I, del título IX, se denominará: Del amparo de las minas.
28. Sustitúyese el texto del artículo 270 (artículo 3º de la Ley
10.273), por el siguiente:
Artículo 270. -- Durante los cinco (5) primeros años de la concesión,
contados a partir del registro, no se impondrá sobre la propiedad de
las minas otra contribución que la establecida en el artículo
precedente ni sobre sus productos, establecimientos de beneficio,
maquinaria, talleres y vehículos destinados al laboreo o explotación.
La exención fiscal consagrada por este artículo alcanza a todo gravamen
o impuesto, cualquiera fuere su denominación y ya sea nacional,
provincial o municipal, presente o futuro, aplicable a la explotación y
a la comercialización de la producción minera.
Quedan excluidos de esta exención las tasas por retribución de
servicios y el sellado de actuación, el cual, en todo caso, será el
común que rija en el orden administrativo o judicial.
29. Sustitúyese el texto de los arts. 272 y 273 (artículo 5º de la Ley
10.273) por los siguientes:
Artículo 272. -- El canon se pagará adelantado y por partes iguales en
dos (2) semestres que vencerán el 30 de junio y el 31 de diciembre de
cada año, contándose toda fracción de semestre como semestre completo.
El canon comenzará a devengarse desde el día del registro, salvo lo
dispuesto en el artículo 280, esté o no mensurada la mina.
La concesión de la mina caduca ipso facto por la falta de pago de una
anualidad después de transcurridos dos (2) meses desde el vencimiento.
En los permisos de cateo y de trabajo formal, el canon se pagará dentro
de los treinta (30) días de otorgados, bajo pena de caducidad.
Esta caducidad se hará extensiva a los pedimentos y concesiones
originados en aquéllos.
Artículo 273. -- Dentro del plazo de un (1) año contado a partir de la
fecha de la petición de mensura que prescribe el artículo 231, y esté o
no mensurada la mina, el concesionario deberá presentar a la autoridad
minera una estimación del plan y monto de las inversiones de capital
fijo que se proponga efectuar en cada uno de los siguientes rubros:
a) Ejecución de obras de laboreo minero.
b) Construcción de campamentos, edificios, caminos y obras auxiliares
de la exploración.
c) Adquisición de maquinarias, usinas, elementos y equipos de
explotación y beneficios del mineral, con indicación de su capacidad de
producción o de tratamiento, que se incorporen al servicio permanente
de la mina.
Las inversiones estimadas deberán efectuarse íntegramente en el plazo
de cinco (5) años contados a partir de la presentación referida en el
párrafo anterior, pudiendo el concesionario en cualquier momento,
introducirles modificaciones que no reduzcan la inversión global
prevista, dando cuenta de ello previamente a la autoridad minera. La
inversión minera no podrá ser inferior a quinientas (500) veces el
canon anual que le corresponda a la mina de acuerdo a su categoría y
con el número de pertenencias.
Sin perjuicio de ello, en cada uno de los dos (2) primeros años del
plazo fijado, el monto de la inversión no podrá ser inferior al veinte
por ciento (20 %) del total estimado en la oportunidad indicada al
principio de este artículo.
El concesionario deberá presentar a la autoridad minera, dentro del
plazo de tres (3) meses del vencimiento de cada uno de los cinco (5)
períodos anuales resultantes del párrafo segundo de este artículo, una
declaración jurada sobre el estado de cumplimiento de las inversiones
estimadas.
La autoridad minera, antes de proceder a la aprobación de las
inversiones efectuadas, podrá disponer que se practiquen las
verificaciones técnicas y contables que estimare necesarias.
El adquirente de minas abandonadas, vacantes o caducas, tendrá el plazo
de un (1) año para cumplir o completar, en su caso, las obligaciones
impuestas por este artículo.
30. Sustitúyese el texto de los arts. 272 y 273 (artículo 6º de la Ley
10.273), incorporándolo como texto de un nuevo artículo 273 bis:
Artículo 273 bis. -- La concesión de la mina caducará:
a) Cuando las inversiones estimadas a que se refiere el artículo 273
precedente, no tuvieren el destino previsto en dicha norma.
b) Cuando dichas inversiones fueren inferiores a una suma igual a
quinientos (500) veces el canon anual que le corresponda a la mina de
acuerdo con su categoría y con el número de pertenencias.
c) Por falta de presentación de la estimación referida en el artículo
273.
d) Por falta de presentación de las declaraciones juradas exigidas por
el mismo artículo.
e) Por falsedad en tales declaraciones.
f) Cuando no se hubieren efectuado las inversiones proyectadas.
g) Cuando el concesionario hubiere introducido modificaciones a las
inversiones estimadas sin aviso previo, reduciendo el monto de las
mismas.
h) Cuando hubiere desafectado bienes comprendidos en las inversiones ya
practicadas, reduciendo el monto de las estimadas.
En los casos de los incs. a), b), c) y d), la caducidad se declarará si
el concesionario no salva el error o la omisión dentro de los treinta
(30) días de la intimación previa que debe practicarle la autoridad
minera.
En los casos de los incs. e), f), g) y h) se dará previa vista de lo
actuado al concesionario por quince (15) días para su defensa.
Los recursos contra las declaraciones de caducidad se concederán con
efecto suspensivo.
En ningún caso de caducidad, el concesionario podrá reclamar
indemnización alguna por las obras que hubiere ejecutado en la mina,
pero tendrá derecho a retirar con intervención de la autoridad minera,
los equipos, máquinas, herramientas y demás bienes destinados a la
explotación y al tratamiento y beneficio de los productos, que pudieren
separarse sin perjudicar a la mina, así como también el mineral ya
extraído que se encontrare en depósito. No podrá usarse de este derecho
si existieren acreedores hipotecarios o privilegiados.
31. Agrégase al artículo 274 el siguiente párrafo:
La autoridad minera procederá a anular los registros de las minas
vacantes sin mensura aprobada, transcurridos tres (3) años de
empadronadas como tales. El terreno en el que figuraban ubicadas
quedará franco.
32. Sustitúyese el texto del artículo 280 (artículo 13 de la Ley
10.273) por el siguiente:
Artículo 280. -- Todo descubridor de nuevo mineral será eximido por
tres (3) años del pago de canon que corresponda a las pertenencias que
se le adjudicaren (arts. 111, 112 y 132); el de nuevo criadero, por el
término de dos (2) años (arts. 111, párrafo tercero y 132 párrafo
tercero), y el de minas nuevas o estacas, por el de un (1) año
(artículo 138). No se comprende en la exención el canon correspondiente
a los permisos de cateo y de trabajo formal.
33. Sustitúyese el texto del artículo 281 (artículo 1º del dec.-Ley
5760 del 23 de abril de 1958), por el siguiente:
Artículo 281. -- Cuando la mina hubiera estado inactiva por más de
cuatro (4) años, la autoridad minera podrá exigir la presentación de un
proyecto de activación o reactivación, con ajuste a la capacidad
productiva de la concesión, a las características de la zona, medios de
transporte disponibles, demanda de los productos y existencia de
equipos de laboreo.
Se considera que la mina ha estado inactiva cuando no se han efectuado
en ella trabajos regulares de exploración, preparación o producción
durante el plazo señalado en el párrafo precedente.
La intimación deberá ser cumplida en el plazo de seis (6) meses, bajo
pena de caducidad de la concesión.
Presentado el proyecto, el concesionario deberá cumplimentar cada una
de sus etapas dentro de los plazos para ellas previstos, que no podrán
exceder en su conjunto, de cinco (5) años, bajo pena de caducidad de la
concesión, a aplicarse en el primer incumplimiento.
34. Sustitúyese el texto del artículo 282 por el siguiente:
Artículo 282. -- Los mineros pueden explotar sus pertenencias
libremente, sin sujeción a otras reglas que las de seguridad, policía y
preservación del ambiente.
La autoridad de aplicación ejercerá una constante vigilancia a estos
fines.
35. Sustitúyese el texto del artículo 292, por el siguiente:
Artículo 292. -- Las infracciones a lo dispuesto en los artículos
anteriores serán penadas:
a) Las de los arts. 283 y 289, con una multa cuyo monto será quince
(15) a ochenta (80) veces el canon anual que devengare la mina.
b) Las del artículo 284, con una multa cuyo monto será treinta (30)
veces el canon anual que devengare la mina, que podrá extenderse hasta
trescientas (300) veces según el valor de los minerales extraídos y sin
perjuicio de la responsabilidad personal del infractor.
c) Las de los arts. 285, 286 y 287, con una multa cuyo monto será ocho
(8) a cincuenta (50) veces el canon que devengare la mina.
d) Las del artículo 288 con una multa cuyo monto será tres (3) a quince
(15) veces el canon que devengare la mina.
e) Las infracciones a los reglamentos de policía minera y de
preservación del ambiente, serán penadas con una multa cuyo monto será
tres (3) a quince (15) veces el canon que devengare la mina, si no
tuvieren otras sanciones previstas en tales reglamentos.
36. Sustitúyese el texto del artículo 350, por el siguiente:
Artículo 350. -- Nadie puede comprar minerales a los operarios o
empleados de una mina, sin autorización escrita de su dueño.
Los que contravengan lo dispuesto en el párrafo anterior, pagarán una
multa cuyo monto será cuatro (4) a treinta (30) veces el canon anual
que devengare la mina debiendo embargarse los minerales hasta que se
pruebe que pertenecían al vendedor o que estaba autorizado a venderlos.
37. Agrégase como artículo 352 bis, el siguiente:
Artículo 352 bis. -- La prescripción no se opera contra el estado
propietario originario de la mina.
38. Agrégase al Código de Minería, el siguiente título:
TITULO XVIII
De la investigación geológica y minera
Artículo 409. -- La investigación geológico-minera que realice el
Estado Nacional en todo el país y la que efectúen las provincias en su
territorio, será libre. Aquella que realice el Estado nacional se
efectuará con conocimiento previo de la provincia en que se practique
esta actividad.
La investigación a que se refiere el párrafo precedente, comprende
tanto la prospección para determinar áreas con expectativas mineras
mediante el uso de sensores remotos y procedimientos geológicos,
geoquímicos, geofísicos u otros medios adecuados, como la exploración
que tenga por objeto definir las Leyes, forma y reservas de los
yacimientos mediante laboreo minero, perforaciones y ensayos
metalúrgicos y los estudios de factibilidad técnico-económico y
financieros. Cada entidad estatal que la tuviera a su cargo podrá
proteger sus investigaciones contra actividades mineras de terceros,
cursando por escrito una comunicación a la autoridad minera local en la
que se indicará:
a) Los minerales objeto de las mismas en forma taxativa.
b) La ubicación, forma y dimensiones de la zona o zonas en que habrán
de desarrollarse, que no podrán exceder, en conjunto, de doscientas mil
(200.000) hectáreas por provincia.
c) El plazo en que serán realizadas, que no podrá exceder de cuatro (4)
años contados a partir de la fecha de la comunicación.
Durante ese plazo y en esas zonas, la autoridad minera no admitirá
pedimentos de terceros referidos a los minerales objeto de la
investigación salvo los originados en permisos o en concesiones
anteriores o en trámite.
La autoridad minera publicará la comunicación de oficio por una sola
vez.
Las entidades estatales autorizadas por Ley para efectuar exploraciones
y explotaciones mineras, podrán encuadrar sus investigaciones en las
disposiciones del presente artículo, sin perjuicio de su derecho a
solicitar permisos y concesiones con arreglo a las normas de este
Código.
Artículo 410. -- Las minas que se descubrieren en el curso de los
trabajos quedarán vacantes a los cinco (5) años de haberse registrado
su descubrimiento, siempre que dentro de ese lapso no hayan sido
subastadas públicamente por la entidad descubridora. El adquirente
tendrá los derechos que este Código acuerda al descubridor de minas.
Dicha entidad dará participación a la provincia del producido de la
venta conforme un criterio equitativo y razonable, una vez deducidos
todos los gastos originados por la investigación.
Las minas que quedaren vacantes, se inscribirán como tales en el
registro y en condiciones de ser solicitadas y adquiridas por
cualquiera, de acuerdo con las prescripciones pertinentes de este
Código.
En los casos de minerales estratégicos, la adjudicación no podrá
hacerse ni la vacancia inscribirse, sin previa conformidad del
Ministerio de Defensa.
Las entidades estatales autorizadas por Ley para efectuar exploraciones
y explotaciones mineras, podrán optar por emprender la explotación por
sí o por terceros, de las minas que hubieren descubierto, con ajuste a
las normas pertinentes de este Código, o de disponer su reserva por un
término que no podrá exceder de cuatro (4) años.
Artículo 411. -- Cuando las investigaciones determinen áreas con
expectativas mineras, de no manifestarse descubrimiento a los fines
previstos en el primer párrafo del artículo precedente, podrán ser
sometidas a las normas del título XIX.
39. Agrégase al Código de Minería, el siguiente título:
TITULO XIX
De la minería a gran escala
SECCION I
De los convenios entre la Nación y las Provincias
Artículo 412. -- Las provincias podrán convenir con la Nación, la
aplicación del régimen que este título establece para áreas y
yacimientos minerales del dominio originario de aquéllas, para que el
Poder Ejecutivo Nacional, contrate con terceros, su exploración y
explotación a gran escala.
Los minerales de la segunda y tercera categoría, situados en terrenos
fiscales, también podrán ser sometidos a las disposiciones de este
título, cuando la naturaleza e importancia de las sustancias y las
condiciones de su yacimiento, justifiquen esta modalidad de exploración
y explotación.
Quedan excluidos del presente régimen los minerales nucleares.
Las áreas y yacimientos existentes en jurisdicción nacional podrán
someterse a las disposiciones de este título mediante decreto del Poder
Ejecutivo Nacional.
Las empresas contratistas no adquirirán la propiedad de los yacimientos
descubiertos o que se descubran en el área del contrato.
Artículo 413. -- Cada convenio será suscripto por el gobernador de la
Provincia ad referéndum de la Legislatura, y por la autoridad de
aplicación de este título, esta última ad referéndum del Poder
Ejecutivo nacional y determinará claramente:
a) Los límites y la superficie del área comprometida.
b) Los derechos de terceros existentes dentro de ellas, que por su
vigencia deban ser respetados, comprendiéndose en esta disposición los
de los cuatro (4) primeros párrafos del artículo 274.
c) El ejercicio del poder de policía minera.
La firma del convenio implica que la provincia pondrá a disposición del
Poder Ejecutivo nacional los estudios e informaciones técnicas y
científicas que obraren en su poder, relativos a las áreas y
yacimientos objeto del convenio.
En ningún caso, las áreas comprometidas en distintos convenios podrán
exceder, en su conjunto, de doscientas mil (200.000) hectáreas por
Provincia. Los convenios a que se refiere este artículo no pueden
denunciarse unilateralmente.
Artículo 414. -- La autoridad minera respectiva rechazará todo
pedimento de derechos previstos por las disposiciones generales de este
Código, que se formule con posterioridad al convenio a que se refiere
el artículo 413, con excepción de los originados en permisos o
concesiones anteriores.
Las minas abandonadas, vacantes y caducas, salvo las que lo estén por
falta de pago del canon, quedarán incorporadas al área y al objeto de
convenio, de pleno derecho. Lo mismo ocurrirá con las zonas de
exploración que vayan quedando liberadas de derechos de terceros con
posterioridad a la firma del convenio.
En ninguno de los casos el área total podrá exceder la superficie
indicada en el artículo precedente.
Artículo 415. -- A los efectos del convenio, el dueño de una mina
preexistente podrá obligarse a ceder sus derechos de explotación, sin
perjuicio de los de propiedad, al eventual adjudicatario del concurso a
efectuarse con ajuste a las normas de la sección II de este título.
La obligación respectiva deberá instrumentarse por escritura pública,
será registrada y publicada por la autoridad minera local, y se
incluirá en el llamado a concurso.
El dueño de la mina que ejerciere esta facultad tendrá derecho a la
retribución que hubiere propuesto al obligarse o, a falta de ello, a
una participación en los beneficios de la explotación que emprendiere
el adjudicatario, equivalente al porcentaje que le correspondiere a la
superficie de sus pertenencias dentro del área o áreas indicadas en el
inciso a) del artículo 435. Si sus pertenencias no estuvieren
mensuradas a la fecha del llamado a concurso, el porcentaje será el que
le corresponda a la superficie de una pertenencia.
Los oferentes en el concurso podrán rehusar la cesión referida.
El dueño de la mina cuya cesión de derechos de explotación hubiere sido
aceptada por el adjudicatario del concurso, recuperará tales derechos
en cualquiera de los supuestos de rescisión contemplados por el
artículo 440. Mientras tanto y desde la fecha del contrato con el
adjudicatario, quedarán suspendidas las condiciones de amparo a cargo
del dueño de la mina.
Artículo 416. -- Los trabajos de reconocimiento que fueren necesarios
para fundamentar el concurso, podrán iniciarse con el simple aviso al
propietario del terreno. Si éste se negare a permitir el
reconocimiento, se podrá solicitar por medio de la autoridad minera
correspondiente, el auxilio de la fuerza pública. El Estado nacional
responderá por los daños que causare en el curso de tales trabajos,
conforme al artículo 30, sin perjuicio de la responsabilidad del
contratista, si lo hubiere.
Artículo 417. -- La autoridad minera local registrará y publicará, en
la forma establecida para los permisos de exploración y cateo, los
convenios, sus modificaciones y extinción y la liberación de tracciones
conformes al artículo 429.
Artículo 418. -- Las áreas que no se adjudiquen en el término de cinco
(5) años, contados a partir del convenio previsto por el artículo 413,
quedarán sujetas a las disposiciones generales de este Código, a partir
de los sesenta (60) días corridos del aviso que deberá publicar la
autoridad minera local.
Las minas en ellas descubiertas se inscribirán como vacantes y en las
mismas condiciones que las del artículo 410.
SECCION II
De los concursos
Artículo 419. -- Los contratos para la exploración y explotación a gran
escala de las áreas y yacimientos a que se refiere el artículo 412, se
celebrarán previo concurso al que llamará el Poder Ejecutivo nacional
fijando:
a) El objeto del llamado.
b) Las condiciones y garantías que deberán satisfacer los proponentes.
c) Las bases que se tendrán en consideración para evaluar la
conveniencia de las propuestas.
d) La información disponible sobre el área ofrecida.
Artículo 420. -- En el llamado a concurso podrán incluirse, tanto como
condición de las ofertas cuanto como cláusulas de preferencia, la
asociación del oferente con empresas u organismos estatales nacionales,
facultados legalmente para explorar y explotar minas.
Asimismo, podrá incluirse como cláusula de preferencia para las
empresas oferentes de capital externo, el ofrecimiento público de
acciones en mercados locales de valores o la asociación con empresas de
capital nacional.
Podrán disponerse concursos exclusivamente para empresas de capital
nacional.
Artículo 421. -- El llamado a concurso deberá difundirse durante un
plazo no menor de diez (10) días hábiles en los lugares y por los
medios que se consideren idóneos para asegurar su más amplio
conocimiento, debiéndose incluir entre estos necesariamente, al Boletín
Oficial de la República Argentina.
Las publicaciones se efectuarán con una anticipación mínima de sesenta
(60) días hábiles respecto del indicado para el comienzo de recepción
de las ofertas.
Las oposiciones podrán presentarse por escrito hasta treinta (30) días
hábiles anteriores a la fecha fijada para el vencimiento de la
formulación de propuestas.
Artículo 422. -- Desde el llamado a concurso hasta el acto que lo
declare desierto o adjudique, no podrá formularse un nuevo llamado
sobre la misma área.
Artículo 423. -- Podrán presentar ofertas en los concursos y ser parte
en los contratos a que se refieren los arts. 412 y 419, las personas
jurídicas constituidas en la República Argentina o que se hallen
habilitadas para actuar dentro de su territorio con ajuste a sus Leyes,
debidamente inscriptas conforme a las mismas, que acrediten solvencia
financiera y capacidad técnica adecuada para efectuar las tareas objeto
de aquéllos.
Tales personas deberán inscribirse en el registro que el Poder
Ejecutivo nacional creará al efecto.
Artículo 424. -- No podrán inscribirse en ese registro ni presentar
ofertas válidas las personas jurídicas extranjeras de derecho público
en calidad de tales.
Artículo 425. -- El proponente, deberá:
a) Constituir domicilio especial en la ciudad de Buenos Aires.
b) Acreditar su inscripción en el registro que prevé el artículo 423 o
haber iniciado los trámites para obtenerla antes de los diez (10) días
de la fecha de recepción de las propuestas.
c) Formular la oferta en términos detallados y precisos y conforme a
las condiciones especificadas en el llamado.
Artículo 426. -- El Poder Ejecutivo nacional podrá requerir mejoras de
las propuestas de mayor interés y resolver en definitiva el rechazo de
todas o la aceptación de la que, a su criterio, mejor satisfaga los
intereses del país.
En ningún caso, los proponentes tendrán derecho a indemnización alguna
del Estado por la formulación de propuestas o por la información
suministrada, ni a cobrar los gastos que su preparación o estudio les
demandare.
El riesgo minero será siempre de exclusiva cuenta del proponente que
resulte adjudicatario del concurso.
SECCION III
De los contratos de exploración y explotación
Artículo 427. -- La autoridad de aplicación remitirá al Escribano
General del Gobierno de la Nación para su protocolización y a las
provincias en que se encontraren las áreas o yacimientos:
a) Los contratos a que se refiere el artículo 419, sus modificaciones,
cesiones y extinciones.
b) La liberación de fracciones de áreas que dispone el artículo 429.
Artículo 428. -- El área de la exploración será de un solo cuerpo y su
forma lo más regular posible.
Estas condiciones deberán mantenerse en las fracciones remanentes
cuando se operen las caducidades parciales que prevé el artículo 429,
salvo que se pruebe la conveniencia de una separación.
Artículo 429. -- El plazo de la exploración no podrá exceder de cinco
(5) años, al cabo de los cuales el contratista dispondrá de otro año
para expresar su opción a la explotación, con ajuste a lo que establece
el artículo 435.
El contratista deberá liberar el cincuenta por ciento (50 %) del área
de la exploración al cabo de los dos (2) primeros años y el cincuenta
por ciento (50 %) del resto al finalizar cada año siguiente.
Las fracciones liberadas volverán a regirse por las disposiciones
generales de este Código a partir de los sesenta (60) días de su
publicación.
El plazo de la exploración podrá suspenderse únicamente por caso
fortuito o de fuerza mayor debidamente comprobado, con las limitaciones
del artículo 444.
Artículo 430. -- Los contratos otorgan al contratista, en materia de
exploración, el derecho exclusivo de:
a) Realizar todas las labores que requiera la búsqueda, estudio y
evaluación de yacimientos mineros.
b) Constituir las servidumbres que prevé el párrafo II, sección II,
título III de este Código.
c) Ceder total o parcialmente el contrato con la expresa conformidad
del Poder Ejecutivo nacional.
d) Optar por la explotación conforme con el artículo 435.
e) Dar por resuelto el contrato, cumpliendo previamente las
obligaciones a su cargo.
Artículo 431. -- Los contratos imponen al contratista, en materia de
exploración, las siguientes obligaciones:
a) Constituir domicilio especial en la ciudad de Buenos Aires.
b) Deslindar el área adjudicada.
c) Ejecutar un programa de exploración integral que discriminará por
etapas las distintas actividades o inversiones.
d) Iniciar la exploración dentro de los seis (6) primeros meses de la
fecha de vigencia del contrato.
e) Emplear la técnica más moderna, racional y eficiente.
f) Comunicar dentro de los sesenta (60) días, todo descubrimiento de
minerales estratégicos, que se realice en el área del contrato. Cuando
ocultase maliciosamente el descubrimiento de minerales estratégicos, la
autoridad de aplicación dará por resuelto el contrato de pleno derecho.
g) Permitir el acceso a las labores y a la documentación técnica
resultante y la toma de muestras, incluyendo las extraídas por la
signataria del contrato.
h) Presentar trimestralmente sin cargo, la siguiente documentación:
1. Informe de las tareas realizadas.
2. Descripción de testigos de perforación y su ubicación en planos
topográficos y geológicos.
3. Fragmentos de las muestras extraídas, con el resultado de los
análisis ejecutados.
4. Toda la información técnica que obrare en su poder proveniente de la
tarea realizada.
i) Presentar al concluir la exploración, sea por el vencimiento del
término o por cualquier otro motivo, un informe final detallado y
documentado con la evaluación correspondiente, acompañado de:
1. Duplicados de las muestras extraídas con indicación de los lugares
en que se tomaron.
2. Medios testigos de las perforaciones con indicación del lugar en que
se efectuaron.
3. Copia de los análisis.
j) Evacuar dentro del plazo que se fije el área o áreas donde haya
ejercido su actividad en el caso de no optar por la explotación.
k) Ceder gratuitamente o retirar a su exclusivo cargo, a opción de la
contraparte, las instalaciones y obras adheridas al suelo existentes al
momento de cumplirse la obligación contemplada en el inciso precedente.
l) Responder por los daños y perjuicios causados a terceros con ajuste
a lo preceptuado en el artículo 30.
Artículo 432. -- Si el contratista ejerciera la opción del artículo
430, inciso d), el plazo de la explotación no podrá exceder de treinta
(30) años, salvo el caso previsto por el artículo 446.
Si la opción no fuere ejercida, el Poder Ejecutivo nacional podrá
llamar a un nuevo concurso acorde con los arts. 419 y siguientes.
Artículo 433. -- Los contratos otorgan al contratista en materia de
explotación, los siguientes derechos:
a) Constituir las servidumbres que prevé el párrafo II, sección II,
título III de este Código.
b) Explotar los yacimientos que descubriere, tendiendo a lograr el
máximo aprovechamiento de la riqueza existente, y disponer de los
minerales que extrajere, conforme a lo dispuesto por el artículo 434,
inciso i).
c) Hacer variar o cesar los trabajos mineros que realicen terceros en
el supuesto del artículo 253, indemnizando los daños y perjuicios
emergentes.
d) Exigir la venta del terreno con ajuste a la prescripción del párrafo
I, sección II, título III de este Código únicamente en la extensión
necesaria para la explotación del yacimiento y la instalación y
desarrollo del complejo minero y de sus actividades consiguientes,
integradas regionalmente con la explotación y que hubieran sido
previstas en el contrato.
e) Ceder total o parcialmente el contrato con la expresa conformidad
del Poder Ejecutivo nacional.
Artículo 434. -- Los contratos imponen al contratista, en materia de
explotación, las siguientes obligaciones:
a) Constituir domicilio especial en la ciudad de Buenos Aires.
b) Emplear la técnica más moderna, racional y eficiente.
c) Adoptar las medidas necesarias para evitar la contaminación del
ambiente, daños a personas, bienes, recursos de la zona donde se lleven
a cabo las tareas de explotación y demás operaciones relacionadas con
ella.
d) Emplear preferentemente ciudadanos argentinos y en especial,
residentes en la región donde se desarrollen los trabajos, de acuerdo
con la legislación vigente, respetando las normas de seguridad e
higiene del trabajo y de acuerdo a la legislación laboral vigente.
e) Utilizar preferentemente buques de bandera nacional en el transporte
de equipos, materiales y productos.
f) Permitir el acceso a las labores y a la documentación técnica
resultante, en cualquier etapa del contrato, a fin de comprobar que las
actividades mineras específicas se desarrollan con ajuste al mismo.
g) Presentar al concluir la explotación, sea por el vencimiento del
término o por cualquier otro motivo, un informe final detallado y
documentado que permita continuar en su caso con el aprovechamiento
racional de riqueza existente.
h) No retirar los bienes de uso cuando ello perjudique la explotación
integral del recurso en los casos que el contrato se resuelva antes de
su vencimiento.
i) Atender prioritariamente el abastecimiento del mercado interno.
j) Responder por los daños y perjuicios causados a terceros en la
extensión señalada en el párrafo III, sección II, título III de este
Código, y someterse a las demás obligaciones allí impuestas.
k) Realizar en el país el mayor procesamiento posible del mineral
extraído con el objeto de agregarle más valor.
l) Comunicar dentro de los sesenta (60) días, todo descubrimiento de
mineral que realice en el área del contrato. Cuando ocultare
maliciosamente el descubrimiento de minerales estratégicos, la
autoridad de aplicación dará por resuelto el contrato de pleno derecho.
ll) Ejecutar el programa y el proyecto a que se refieren los incs. b) y
c) del artículo 435.
Artículo 435. -- Para ejercer el derecho conferido por el artículo 430,
inciso d), el contratista deberá cumplir dentro del año siguiente al de
concluida la exploración, los siguientes requisitos:
a) Determinar el área o las áreas que se propone explotar, que no
podrán exceder de la extensión necesaria, a juicio de la autoridad de
aplicación, para la explotación del yacimiento y para la instalación y
desarrollo del complejo minero y de sus actividades complementarias,
integradas regionalmente con la explotación y que hubieren sido
previstas en el contrato.
b) Presentar un programa de desarrollo integral del yacimiento que
indique su plazo de ejecución y las distintas actividades, obras e
instalaciones que permitan su ejecución coordinada y armónica,
discriminando para cada etapa:
1. Los volúmenes y tipos de producción.
2. La producción de mineral en bruto y beneficiado, y los productos
intermedios y finales.
3. Las inversiones mínimas a realizar.
c) Presentar el proyecto definitivo para la explotación del yacimiento
y para la instalación de plantas de beneficio, fundición y refinación,
que indique:
1. El dimensionamiento del complejo minero.
2. Los procesos de tratamiento.
3. Los insumos principales y productos finales con expresión de su peso
y volumen.
4. Los insumos e instalaciones necesarios para el abastecimiento de los
servicios esenciales, especificando los que serán provistos por el
complejo minero y los que proveerán terceros.
5. Las obras que se realizarán para comunicación y transporte con los
centros de consumo y abastecimiento.
6. Las construcciones civiles para uso del personal.
7. Los terrenos que ocuparán el complejo minero y sus servicios.
8. Las medidas a adoptar para preservar los recursos naturales y el
ambiente, con ajuste a los reglamentos pertinentes.
9. Otros requerimientos que imponga el funcionamiento del complejo
minero.
10. El estudio de factibilidad técnica, económica y financiera.
Artículo 436. -- La autoridad de aplicación de este título podrá
proponer modificaciones a los programas y proyectos previstos por el
artículo 435 en el término de ciento ochenta (180) días cuando, a su
criterio, comprometiere seriamente la eficiencia general del proyecto.
De no mediar la proposición de modificaciones por parte de la autoridad
de aplicación, el Poder Ejecutivo Nacional deberá pronunciarse dentro
de los treinta (30) días de transcurrido el término señalado.
De no mediar la proposición de modificaciones por parte de la autoridad
de aplicación, el contratista aceptará o rechazará, total o
parcialmente, las modificaciones propuestas dentro de ciento ochenta
(180) días de presentado.
Si subsistiere el diferendo, éste será resuelto por el Poder Ejecutivo
nacional, dentro del término de sesenta (60) días de recibido.
Artículo 437. -- El contratista pagará anualmente:
a) Un canon por hectárea o fracción, que se fija en las siguientes
sumas:
1. Para la exploración:
1º año: Tres mil pesos ($ 3000).
2º año: Seis mil pesos ($ 6000).
3º año: Nueve mil pesos ($ 9000).
4º año: Doce mil pesos ($ 12.000).
5º año: y hasta la presentación del proyecto definitivo: Quince mil
pesos ($ 15.000).
2. Para la explotación:
Durante los primeros cinco (5) años de presentado el proyecto
definitivo: Trescientos mil pesos ($ 300.000).
A partir del comienzo de la explotación: Seiscientos mil pesos ($
600.000).
El canon a que se refiere este inciso comenzará a devengarse desde la
fecha del contrato, y se pagará por año calendario adelantado,
contándose toda fracción como año completo.
b) La participación en los beneficios que se hubiere determinado en el
contrato, se pagará dentro de los tres (3) meses del cierre del balance
anual del contratista.
Artículo 438. -- Las provincias respectivas tendrán derecho a todos los
beneficios que en concepto de canon, participación y ventajas
especiales se obtengan con motivo de cada una de las contrataciones
realizadas, con exclusión del impuesto a las ganancias, o cualquier
otro que lo sustituya o reemplace, que se regirá por el régimen
tributario común.
Artículo 439. -- Las autoridades jurisdiccionales competentes, previa
coordinación, podrán eximir a las operaciones amparadas por los
contratos, de impuestos o gravámenes nacionales, provinciales o
municipales, presentes o futuros, salvo los establecidos por este
título, las tasas retributivas de servicios y las contribuciones de
mejoras.
El pago del impuesto sobre el capital de las empresas, o cualquiera que
lo sustituya o reemplace, que corresponda a los ejercicios que se
cierren entre la fecha del contrato y el comienzo de la explotación del
yacimiento, podrá ser diferido por tanto tiempo como se haya fijado
contractualmente para su inicio.
SECCION IV
Del incumplimiento y rescisión de los contratos
Artículo 440. -- Los contratos emergentes de los concursos quedarán
resueltos ipso jure:
1. Por acuerdo de voluntad entre el Poder Ejecutivo Nacional y el
contratista.
2. Por la pérdida de las condiciones exigidas por el artículo 423 o por
el fin de la existencia del contratista como persona jurídica.
3. Por el vencimiento del plazo previsto por el primer párrafo del
artículo 435, sin que el contratista hubiese ejercido el derecho
correspondiente.
4. Por el vencimiento del plazo del contrato.
5. Por falta de cumplimiento de las obligaciones de pago previstas por
el artículo 437, tres (3) meses después de vencido el plazo para
hacerlas efectivas.
Artículo 441. -- En el caso de incumplimiento de cualquiera de las
obligaciones previstas en los arts. 431, inciso c), y 434, inciso II,
el Poder Ejecutivo nacional podrá, a su solo juicio, tener por
rescindido el contrato de pleno derecho o aplicar por única vez la
sanción pecuniaria del artículo 442.
Artículo 442. -- Otros incumplimientos de las obligaciones emergentes
de este título y de los contratos celebrados en su consecuencia, que no
configuren causal de rescisión, serán penados por la autoridad de
aplicación con multas que, de acuerdo con la gravedad e incidencia del
incumplimiento de las actividades respectivas, oscilarán entre veinte
(20) a doscientas (200) veces el canon que se devengare por aplicación
del artículo 437.
La reincidencia en incumplimientos que resultaren penados con multas
por aplicación de este artículo, podrá dar lugar a que el Poder
Ejecutivo nacional de por rescindido el contrato de pleno derecho.
Artículo 443. -- La rescisión por causa imputable al contratista lo
hará pasible de la pérdida de la garantía del contrato, sin que ello
implique la exención de otras responsabilidades que puedan caberle por
incumplimiento de sus obligaciones.
Artículo 444. -- El contratista no podrá invocar como causal de fuerza
mayor o caso fortuito la limitación de inversiones o restricciones de
créditos externos que tengan su origen en normas legales de gobiernos
extranjeros.
Artículo 445. -- Cuando el contrato concluyera por cualquiera de los
motivos enunciados en los arts. 440, 441 y 442 el Poder Ejecutivo
nacional podrá convenir con e de la provincia, llamar a concurso.
Si el nuevo convenio no se firmare en el término de un (1) año y la
adjudicación no se efectuare dentro de los dos (2) años siguientes, las
áreas y los yacimientos quedarán sujetos a las disposiciones generales
de este Código a partir de los sesenta (60) días corridos del aviso que
deberá publicar la autoridad minera local.
Las minas en ellos descubiertas se inscribirán como vacantes y en las
mismas condiciones que las del artículo 274, última parte.
Artículo 446. -- El Poder Ejecutivo nacional comunicará al contratista,
con una anticipación no menor de dos (2) años de la fecha de
vencimiento del contrato, su decisión de renovar o no el contrato y las
condiciones y plazos de la renovación.
El contratista tendrá un (1) año para aceptar la opción.
Artículo 447. -- Compete a los Tribunales Nacionales el conocimiento y
decisión de las cuestiones que se susciten con motivo de la aplicación
e interpretación de los contratos.
SECCION V
Disposiciones generales
Artículo 448. -- El procedimiento fijado por este título puede
iniciarse por el Poder Ejecutivo nacional o por el Poder Ejecutivo
local, a iniciativa propia o a propuesta de un tercero interesado en
emprender en una zona determinada, las actividades regladas en los
capítulos precedentes.
La propuesta a que se refiere el párrafo anterior, deberá especificar
los aspectos generales que comprendería el programa de trabajos y los
lugares y superficies requeridos para su desarrollo.
Si el Poder Ejecutivo Nacional y el Poder Ejecutivo local estimaren que
la propuesta formulada resulta de interés, podrán someter el área
respectiva a las disposiciones de este título.
En este caso, el proponente será preferido en paridad de condiciones
con otros oferentes.
Artículo 449. -- En todos los casos no previstos en este título y
siempre que no sean contrarias a sus disposiciones, regirán
supletoriamente las de los títulos precedentes.
Las normas generales, especiales y particulares que se opusieren a las
disposiciones del presente título, serán inaplicables a los casos
sometidos al mismo.
Artículo 450. -- El Poder Ejecutivo nacional determinará el organismo
administrativo dependiente del Ministerio de Economía, que actuará como
autoridad de aplicación de este título, y con atribuciones para
proponer al Poder Ejecutivo nacional los proyectos de decreto para el
llamado a concurso, su aprobación y adjudicación, acordar conformidad
con cesiones y modificaciones del contrato, y decidir su rescisión.
En caso de tratarse de sustancias minerales estratégicas, cada uno de
los actos indicados deberá contar con la previa intervención del
Ministerio de Defensa, en coordinación con los Comandos en Jefe de las
Fuerzas Armadas.
40. Los artículos del título final del Código de Minería, los
incorporados por el artículo 4º del dec.-Ley 5760/58, por las Leyes
16.857 y 20.348 y por los arts. 2º, 3º, 4º, 5º y 6º de esta Ley, se
numerarán del I en adelante.
Artículo 2º -- Las disposiciones de la presente Ley serán de aplicación
a partir de su vigencia, a los permisos y concesiones que se hubieren
otorgado o estuvieren en trámite.
Las manifestaciones de descubrimiento y demás pedimentos de minas en
tramitación, se sujetarán a esas disposiciones en los actos y
procedimientos posteriores a la entrada en vigencia de la presente Ley.
Los concesionarios de minas podrán, incluso, ajustar sus medidas
conforme a las disposiciones de la presente Ley, no perjudicando
derechos adquiridos por terceros.
Artículo 3º -- Las minas en que se hubiere invertido el capital
previsto por las disposiciones hasta ahora vigentes, no estarán
obligadas a cumplir las condiciones impuestas por los arts. 272, 273 y
273 bis de este Código. En la misma situación estarán las minas caducas
por falta de pago del canon, en los casos en que sus concesionarios,
ejercieren el derecho que les acuerda el párrafo tercero del artículo
274.
Artículo 4º -- Las disposiciones del título XIX serán aplicables de
pleno derecho a las áreas remanentes de las reservas establecidas por
las Leyes 19.059 y 20.379 y sus modificatorias, salvo decisión en
contrario del Poder Ejecutivo nacional o del Poder Ejecutivo local,
expresada dentro de los ciento ochenta (180) días de su respectivo
vencimiento.
Artículo 5º -- Los valores determinados por el Código de Minería en
materia de canon y multas, podrán ser revisados anualmente con carácter
general por el Poder Ejecutivo nacional a efectos de mantenerlos
actualizados.
Artículo 6º -- La presente Ley rige a partir de los ciento veinte (120)
días de su publicación.
Artículo 7º -- Comuníquese, publíquese, dese a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.
VIDELA
José A. Martínez de
Hoz.
Albano E. Harguindeguy.
David R. H. de la Riva.
Alberto Rodríguez Varela.