e. 24/06/2019 N° 44538/19 v. 24/06/2019

ANEXO I
PLAN NACIONAL DE ALIMENTACIÓN SALUDABLE EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA PARA LA PREVENCIÓN DEL SOBREPESO Y LA OBESIDAD EN
NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES- PLAN ASÍ.
2019-2023
Documento Marco
Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación
2019
1. Presentación del Plan
El Plan Nacional de Alimentación Saludable en la Infancia y
Adolescencia para la Prevención del Sobrepeso y la Obesidad en niños,
niñas y adolescentes (NNyA), Plan ASÍ, tiene como objetivo consolidar y
fortalecer una estrategia nacional intersectorial y en distintos
niveles jurisdiccionales para detener la epidemia creciente de
sobrepeso y obesidad en NNyA hasta 18 años de edad en la República
Argentina en el período comprendido entre los años 2019 y 2023.
El Plan aportará fortalecer la articulación y eficiencia de los
programas y normativa existente en materia de derecho a la salud en
general, alimentación saludable y de promoción de la actividad física,
reforzando las acciones para garantizar una alimentación nutritiva,
suficiente y adecuada así como para promover la adquisición de hábitos
saludables en los distintos ámbitos: familiares, comunitarios y
sociales protegiendo así de manera efectiva el derecho a la salud y a
la alimentación en NNyA, velando especialmente por los grupos sociales
que más sufren la malnutrición en todas sus formas.
El Plan se formula como una política integral, intersectorial y
multiescalar, que propone la implementación articulada y conjunta de
intervenciones educativas, comunicacionales y regulatorias, entre
otras, que, en función de la evidencia científica, han demostrado
lograr el objetivo de detener la epidemia de sobrepeso y obesidad.
Desde esta perspectiva se formulan objetivos relacionados a: la
educación alimentaria y nutricional y la actividad física; la
sensibilización y concientización de la comunidad y de referentes
sociales claves; fortalecimiento de la calidad nutricional de los
programas con componente alimentario y de la promoción de los sistemas
alimentarios sostenibles y, por último, la regulación de los entornos y
productos alimenticios.
En este sentido, el plan vincula diversas áreas de gestión del Estado
Nacional, en particular la Secretaría de Gobierno de Salud de la
Nación, con otras áreas del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de
la Nación, el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de
la Nación, el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, y los
respectivos Ministerios Provinciales y áreas municipales para la puesta
en marcha de programas y proyectos implementados de manera simultánea.
En las diversas áreas de actuación del Plan se convocará a la
participación de organismos no gubernamentales, sociedades científicas
y organismos Internacionales, entre otros.
2. El sobrepeso y la obesidad desde un enfoque de derechos
El enfoque de derechos considera a las personas como sujetos de
derechos en su calidad de ciudadanos que poseen derechos económicos,
sociales y políticos, que son indivisibles e interdependientes.
Seguridad alimentaria y nutricional
El Derecho a la Alimentación se encuentra establecido en numerosos
tratados e instrumentos internacionales de rango constitucional para la
República Argentina. El derecho a la alimentación fue reconocido como
Derecho Humano en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre,
del año 1948 (Art.25.1), pero es en el Pacto Internacional de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) donde es abordado de
manera más exhaustiva. Mediante el Artículo 11 del referido pacto, "Los
Estados Partes (...) reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y
vivienda adecuados", y consagran "el derecho fundamental de toda
persona a estar protegida contra el hambre", estableciendo el deber de
los Estados Partes de hacer esfuerzos permanentes en "mejorar los
métodos de producción, conservación y distribución de alimentos
mediante la plena utilización de los conocimientos técnicos y
científicos, la divulgación de principios sobre nutrición (...)".
Asimismo, mediante el artículo 12, los Estados Partes "reconocen el
derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud
física y mental".
Por su parte, la Convención de los Derechos del Niño (1989) en su
Artículo 24 dispone que "Los Estados Partes reconocen el derecho del
niño al disfrute del más alto nivel posible de salud"; y establece que
éstos adoptarán las medidas apropiadas para "combatir las enfermedades
y la malnutrición en el marco de la Atención Primaria de la Salud",
entre las que se incluyen las políticas de promoción de la salud.
En 1995, la Cumbre Mundial de la Alimentación declaró que debe
considerarse alcanzado el estadio de Seguridad Alimentaria a nivel
individual, familiar, nacional, regional y mundial cuando: "todas las
personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes
alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades
alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de
llevar una vida activa y sana".
Asimismo, el derecho a la alimentación contempla el ejercicio del
derecho a la información, que también es parte del plexo de los
derechos humanos que son universales, indivisibles, inalienables,
interdependientes e interrelacionados en su realización. La plena
realización del derecho a la alimentación requiere asegurar el
ejercicio progresivo de los demás derechos.
Educación Física y Deporte como derecho
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (UNESCO) proclamó en 1979 la "Carta Internacional de la
Educación Física y el Deporte". En ella se destaca que todo ser humano
tiene el derecho fundamental a acceder a la educación física y al
deporte, porque son indispensables para el pleno desarrollo de su
personalidad, de las facultades físicas, intelectuales y morales. Los
poderes públicos, en todos los niveles, y los organismos no
gubernamentales especializados, deben colaborar en que se garantice
este derecho, tanto dentro del marco del sistema educativo como en el
de los demás aspectos de la vida social, aplicando las leyes y los
reglamentos, y tomar medidas de promoción, de estímulo y de control
(UNESCO, U.; 1979).
Por otro lado, en la "Carta Internacional de la Educación Física, la
Actividad Física y el Deporte" (UNESCO, U.; 2015), se considera que
todo ser humano tiene el derecho fundamental de acceder a la educación
física, la actividad física, el deporte, y la recreación sin
discriminación alguna, ya esté ésta basada en criterios étnicos, de
género, religión, opinión política o de cualquier otra índole, en el
origen nacional o social, la posición económica o cualquier otro
factor. Declara que la posibilidad de desarrollar el bienestar y las
capacidades físicas, psicológicas y sociales por medio de estas
actividades debe verse respaldada por todas las instituciones
gubernamentales, deportivas y educativas. Destaca que se han de ofrecer
posibilidades inclusivas, adaptadas y seguras de participar en la
educación física, la actividad física y el deporte, con igualdad de
oportunidades de participar e intervenir a todos los niveles de
supervisión y adopción de decisiones, para tener plenas posibilidades
de alcanzar un nivel de realización correspondiente a sus capacidades e
intereses. Asimismo, establece que todo sistema educativo debe asignar
el lugar y la importancia debidos a la educación física, la actividad
física y el deporte, con miras a establecer un equilibrio y fortalecer
los vínculos entre las actividades físicas y otros componentes de la
educación. Debe también velar por que las clases de educación física de
calidad se dicten preferiblemente a diario, y que el deporte y la
educación física en la escuela, y en todas la demás instituciones
educativas, formen parte de las actividades cotidianas de los NNyA.
El "Plan de Acción Global sobre Actividad Física" GAPPA (por sus siglas
en inglés) tiene como objetivo lograr para 2030 una reducción relativa
del 15% en la prevalencia mundial de inactividad física en adultos y
adolescentes, con respecto a los valores de referencia de 2016.
La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada en 2015 establece
el compromiso de los Estados miembros de Naciones Unidas a poner fin al
hambre y lograr la seguridad alimentaria como prioridad hacia 2030, y a
eliminar todas las formas de malnutrición.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados en 2015,
el ODS 2 plantea "Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria
y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible", el
ODS 3, "Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a
todas las edades", incluyendo como una de sus metas la de reducir, para
2030, en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no
transmisibles mediante la prevención y el tratamiento y promover la
salud mental y el bienestar. Además, el ODS 12 plantea "Garantizar
modalidades de consumo y producción sostenibles".
3. Introducción a la problemática sanitaria del sobrepeso y la obesidad
El concepto de malnutrición incluye, por un lado, a la desnutrición y
el déficit de micronutrientes (hierro, zinc, vitamina A u otros), y,
por el otro, al sobrepeso y la obesidad. La obesidad se define como una enfermedad [1] caracterizada por una acumulación anormal o excesiva de
grasa corporal cuya magnitud y distribución condiciona la salud de las
personas. Es crónica, multifactorial y, en la mayoría de los casos, se
presenta con exceso de peso.
Normalmente, la desnutrición y la obesidad se tratan como asuntos
independientes, sin embargo las mismas se encuentran fuertemente
relacionadas.
Los países de ingresos medios y bajos son particularmente susceptibles
a esta combinación de factores, vinculados a procesos económicos y a
cambios en el estilo de vida, lo que da lugar a una alimentación
inadecuada y a las enfermedades crónicas relacionadas. La obesidad y la
desnutrición coexisten en niños y niñas de las mismas regiones y
estratos sociales, en las mismas familias y aun en el mismo individuo
(obesidad con retraso crónico de crecimiento) (Peña y Bacallao, 2005).
Uno de los principales desafíos que tienen los estados para garantizar
el desarrollo y el crecimiento de sus países es asegurar que los
habitantes cuenten con una calidad de vida y condiciones sanitarias
suficientes para impulsar ese desarrollo. Tradicionalmente, las
políticas de sanidad y desarrollo en materia de alimentación se han
centrado en la malnutrición por carencias. Según CEP AL, debido a un
aumento del presupuesto público en protección social y salud, estas
políticas han reducido la malnutrición crónica en un 62% desde el año
2000 en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
Sin embargo, la deficiencia de micronutrientes combinada con el rápido
aumento del sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas está
convirtiéndose en un problema acuciante en un contexto regional
cambiante caracterizado por la alta movilidad geográfica, la
urbanización y la transición nutricional (CEPAL-WPF 2017).
La obesidad en adultos es uno de los factores determinantes que
explican el crecimiento de las principales causas de mortalidad y
morbilidad en el mundo (GBD 2016; CEPAL-WFP 2017; OECD 2017).
Se estima que gran parte de la carga de enfermedades no transmisibles
(ENT) son atribuibles al exceso de peso como el caso de la diabetes
(44%) y las cardiopatías isquémicas (23%), y entre el 7% y el 41% de la
carga de diversos tipos de cánceres. La obesidad además genera apnea
obstructiva del sueño y osteoartritis, afecta negativamente el
rendimiento reproductivo y combinada con el sedentarismo, potencia el
desarrollo de enfermedades como la diabetes y la hipertensión.
Numerosos estudios han observado que la obesidad en la infancia se
correlaciona con la presencia de obesidad en la adultez. La
probabilidad de que un NNyA llegue a ser, en el curso de su vida, un
adulto con obesidad es mayor cuando tiene sobrepeso en la infancia y
adolescencia (Guo S et al 2002). En este sentido, la malnutrición y la
epidemia de obesidad infantil se interponen como una barrera para el
desarrollo y ponen en peligro logros alcanzados en materia social,
económica y sanitaria.
Por su parte, la inactividad física es la cuarta causa de mortalidad
por enfermedades crónicas (WHO, 2009). La prevalencia de la inactividad
física en el mundo alcanza al 80% en algunos grupos de población adulta.
La inactividad física contribuye al creciente nivel de obesidad
infantil y de otros trastornos médicos, como incremento de la
resistencia a la insulina, a trastornos en el perfil de lípidos y a una
presión arterial elevada en la infancia. Este hecho, a su vez, es en
parte responsable del incremento de la prevalencia de la diabetes de
tipo 2 en NNyA, una enfermedad que hasta hace poco sólo se observaba en
personas adultas obesas o con sobrepeso.
En 2010, la OMS declaró que los niveles de inactividad física son
elevados en prácticamente todos los países desarrollados y en
desarrollo, lo cual contribuye al problema de la malnutrición y la
epidemia de obesidad infantil. La adolescencia es un período de la vida
en el que se observa un declive en la participación en actividades
físicas. Una de las soluciones consiste en garantizar que antes de la
adolescencia todos los niños y niñas hayan desarrollado hábitos sólidos
en materia de actividad física y tengan una actitud positiva hacia la misma [2].
Algunos de los factores que desalientan la actividad física son: la
superpoblación y la gran densidad de tráfico generada por la creciente
urbanización, la tecnología, el incremento de ambientes de trabajo
sedentarios y la escasez de parques e instalaciones deportivas y
recreativas, entre otros.
4. Causas del sobrepeso y obesidad
La explicación del crecimiento de la obesidad a nivel mundial es
multicausal dado que intervienen varios factores. La etiología
multifactorial de la obesidad comprende el análisis de un conjunto de
factores genéticos y metabólicos, socioculturales y simbólicos,
psíquicos, socioeconómicos y relacionados a los estilos de vida.
Las características de la obesidad pueden ser diferentes entre
individuos de distintos niveles socioeconómicos de un mismo país y
entre países, sean éstos desarrollados o en desarrollo.
Para poder analizar de forma crítica las diferencias anteriores, las
políticas públicas deben partir de una adecuada caracterización
conceptual de la pobreza, del desarrollo social, del crecimiento y de
la inequidad, como variables que pueden ser independientes en una
economía (Robison y col., 2003).
Existe evidencia de que los determinantes del cambio de patrón alimentario causal de la epidemia de obesidad son los siguientes:
Factores Alimentarios
La causa básica de la obesidad refiere el factor alimentario,
caracterizado por una ingestión de energía mayor que el gasto
energético, asociado a los nuevos estilos de vida que se relacionan con
cambios en los entornos alimentarios (Ferreira y Wanderley, 2007;
Batista Filho, 2003).
Las poblaciones de diversos países han modificado su régimen
alimenticio a expensas del aumento del consumo de alimentos de baja
calidad nutricional y alto contenido de azucares y grasas y reducción
del consumo de alimentos frescos como frutas y hortalizas. Los cambios
en el ritmo y estilos de vida, las barreras de acceso físico y/o
económico a los alimentos frescos y saludables, la falta de tiempo para
elaborar alimentos caseros, los cambios en la composición del mercado
laboral, entre otros factores, conlleva un cambio cultural alimentario
a nivel de las dinámicas familiares. Por su parte, la segmentación de
la oferta y la comercialización de productos masivos listos para
consumir, con mayor contenido en grasas, azúcares, sal y deficientes en
nutrientes esenciales, procesados y ultraprocesados, han favorecido al
aumento de esta epidemia. La OMS y el Fondo Mundial para la
Investigación del Cáncer han concluido que el consumo de snacks de alta
densidad energética y comidas rápidas son causantes de obesidad,
diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer
(OPS/OMS, 2015). Además, estos alimentos se caracterizan por una
estrategia de marketing masiva y frecuentemente dirigida a NNyA
(Batista Filho, 2003; Gutiérrez, 2004), conduciendo a una alta
exposición de este grupo poblacional al marketing de alimentos y
bebidas no saludables. Asimismo, la información para los consumidores
en el etiquetado de los alimentos es confusa e insuficiente en algunos
casos.
Factores Genéticos de Adaptación
Según la hipótesis del "genotipo de ahorro", las poblaciones expuestas
a un consumo inadecuado de alimentos generan formas adaptativas para
lograr un nivel alto de eficiencia en el uso de la energía y el
depósito de grasa. Cuando esos grupos mantienen esas formas de
adaptación, puede presentarse un aumento en los depósitos de grasa y,
por consiguiente, exceso de peso. Esta teoría reviste especial
importancia desde el punto de vista generacional, pues expresa los
plausibles cambios que pueden darse en poblaciones de diferentes
generaciones.
Desnutrición Intrauterina
La teoría de Barker hace referencia al impacto de las condiciones de
vida intrauterina sobre la aparición de enfermedades en la vida adulta.
Distingue que la nutrición que antecede al nacimiento, así como
experiencias adversas en el medio intrauterino, ejercen una influencia
importante en el desarrollo futuro de enfermedades degenerativas, pues
condicionan una mayor susceptibilidad a los factores ambientales
dependientes de la alimentación y del estilo de vida. El autor enfatiza
que un mal progreso fetal, evaluado por el peso al nacer, sería un
predictor del futuro desarrollo de obesidad, hipertensión,
hiperlipidemias, alteraciones en la coagulación y mortalidad
cardiovascular (Barker y col., 2002, p. 1235; Barker, 2004).
Factores Socioculturales
Las inequidades sociales en cuanto al acceso a información acerca de la
promoción de la salud, a la educación sanitaria y a los servicios
adecuados de atención de la salud dificultan la toma de conciencia y la
adopción de estilos de vida más sanos. Asimismo dificulta la práctica
de ejercicios físicos en forma sistemática y el derecho de recibir
información sobre nutrición, actividad física y salud. (Peña y
Bacallao, 2005; Aguirre, 2006; Sobal y Stunkard, 1989, p. 260).
Aculturación a Distancia
La aculturación a distancia es un término que refiere al resultado del
contacto de los países de América Latina y el Caribe con los patrones
culturales de los países desarrollados, principalmente la influencia
ejercida por la rapidez en los avances de la ciencia y de la industria
de comunicación. Es un proceso en el cual la industria del consumo
despierta en los individuos la necesidad de incorporar algunos
elementos de la imagen proyectada y los impulsa a adoptar hábitos y
modos de vida inadecuados.
Género
El género es otro aspecto importante en la prevalencia de obesidad,
especialmente entre mujeres de baja condición socioeconómica, que
presentan tasas más altas de sobrepeso y obesidad. Esto podría
atribuirse a diversas causas vinculadas a los mayores índices de
pobreza en las mujeres que se correlacionan con peores patrones
alimentarios, a las mayores tasas de sedentarismo e inactividad física
y a otras razones, laborales, sociales y culturales que generan
inequidad entre varones y mujeres. (Popkin, 2000; Aguirre, 2006).
Factores Socioeconómicos
La asociación entre obesidad y condición socioeconómica ha sido confirmada a través de varios estudios en
diferentes países. La relación se ha manifestado de forma variable y
compleja, presentándose gradientes socioeconómicos heterogéneos y de
acuerdo al ritmo y al modelo de transición epidemiológica y nutricional
característicos de cada país. Así, la literatura refleja resultados en
los cuales la condición socioeconómica y obesidad pueden estar
relacionadas tanto de forma directa como de forma inversa. (Gutiérrez
Fisac, 1998, p. 347; Rosengren y Lissner, 2008, p. 260).
Efectos sanitarios, económicos y sociales del sobrepeso y la obesidad
Efectos en salud
En América Latina y el Caribe las patologías asociadas a malnutrición
concentran una alta proporción de la carga de morbi-mortalidad,
alcanzando hasta un 49% de los años de vida perdidos. Si bien éstas
afectan de manera transversal a la población, existen diferencias
importantes en términos de género, nivel socioeconómico y zona
geográfica (Bonilla, 2014).
Los efectos de la malnutrición por exceso pueden ser tanto inmediatos
como repercutir en etapas posteriores del ciclo de vida de las
personas. En este sentido, el incremento substancial de la prevalencia
de sobrepeso y obesidad en NNyA tiene consecuencias tanto en el
presente de estos niños/as, como en su futuro como adultos.
Adicionalmente, haber sufrido de malnutrición por exceso durante la
niñez o juventud también incrementa el riesgo de obesidad, así como de
sufrir morbilidad vinculada a la obesidad cuando adultos, incluso
cuando el exceso de peso haya sido perdido (Lehnert et al, 2013).
La malnutrición por exceso tiene también un efecto intergeneracional,
definido como aquellos factores, condiciones y exposiciones de una
generación que se relacionan con la salud, crecimiento y desarrollo de
la generación siguiente. Los niños/as que tienen al menos un
padre/madre obeso/a tienen 3 a 4 veces más probabilidades de ser
también obesos. Esto es en parte genético, pero los niños/as
generalmente comparten las malas dietas y formas de vida sedentaria de
sus padres, influencias que han jugado un papel importante en el
esparcimiento de la obesidad (OCDE, 2010).
Diversos estudios han investigado la relación entre obesidad materna y
el origen de riesgos cardio metabólicos en el niño/a. Una explicación
causal sería a través de una diabetes gestacional, donde los niveles
incrementados de nutrientes resultarían en una sobrecarga de los
azúcares, lípidos y hormonas de crecimiento circulantes, que podría
causas diabetes y otras ENT en etapas posteriores de la vida (Fall,
2013).
Finalmente, los efectos de la obesidad en la salud mental de las
personas también han sido documentados. En particular, la obesidad está
asociada con la depresión, la baja autoestima y una imagen negativa del
cuerpo, que a su vez estarían influidos por una discriminación en
diferentes contextos sociales, como la escuela y el trabajo (Frone,
2007).
Efectos en la educación
Existen investigaciones que han sistematizado la asociación existente
entre sobrepeso y obesidad con distintas dimensiones educativas. Se ha
sugerido que la obesidad estaría correlacionada con una menor
asistencia a la escuela y menor acumulación de capital humano durante
la niñez y la adolescencia. Luego de controlar por variables
intervinientes, Geier et al (2007) observaron que niños/as con peso
normal perdían menos días de escuela en comparación con niños/as
obesos/as (Parsons et al, 1999; Gortmaker et al, 1993).
Otro estudio reporta una asociación significativa con resultados
educativos, de acuerdo al cual hasta un 10% de variación del
rendimiento académico se explicaría al comparar población obesa y no
obesa (Caird et al, 2011). Kaestner et al (2009), utilizando la cohorte
de 1997 de la encuesta longitudinal nacional de juventud en Estados
Unidos, observaron que adolescentes de 15 años que se encontraban en el
percentil 90 o superior de índices de masa corporal (IMC) tendrían 3,3
puntos porcentuales de mayor probabilidad de deserción al año
siguiente, en comparación a los adolescentes que se encontraban entre
el segundo y tercer cuartil de IMC. Por otro lado, en el mismo estudio,
mujeres adolescentes de 16 años en el percentil 90 o mayor tendrían 12
puntos porcentuales de menor probabilidad de completar el grado
siguiente.
Efectos laborales y en la productividad
Un estudio realizado en Kentucky, Estados Unidos, encontró que
trabajadores con obesidad moderada o extrema (IMC > = 35)
experimentaban mayores limitaciones de salud por lo que requerían de
más tiempo para cumplir sus tareas. Por otra parte, estudios sobre
ausentismo laboral, utilizando mayoritariamente el enfoque de fracción
atribuible, han establecido que aquellos trabajadores con sobrepeso, y
sobre todo aquéllos con obesidad, se ausentan más días por año debido a
enfermedad, independientemente del tipo de ocupación. Además, los
estudios señalan que existe un mayor riesgo de ausencia por enfermedad
a medida que aumenta la obesidad de las personas (Lehnert et al, 2013).
Adicionalmente, se ha observado una relación entre la inasistencia
escolar de los niños y adolescentes obesos y el ausentismo laboral de
sus padres, debido a requerimientos de cuidado de los primeros (Hammond
y Levine, 2010; Kaestner et al, 2009).
Efectos en la economía
La evidencia da cuenta de un incremento sostenido y exponencial de los
costos incurridos por los sistemas de salud debido a los efectos de la
malnutrición por exceso, en especial la obesidad. A esto, se le deben
sumar los costos asumidos por las personas y las familias atribuidos al
tiempo y calidad de vida perdidos producto de estas patologías.
La malnutrición, y en particular la obesidad, además de vulnerar
derechos humanos esenciales, tienen impacto directo sobre el desarrollo
de los países. Ha sido ampliamente demostrado que la obesidad genera
consecuencias económicas que afectan la capacidad de generar ingresos y
comprometen importantes cantidades de recursos públicos y privados
(Tremmel et al 2017). Este impacto abarca también a otros ámbitos del
desarrollo, como es la educación, el trabajo y la producción
agropecuaria (CEPAL-WPF 2017).
Los costos directos e indirectos del sobrepeso y las ENT representan
hasta un 70 % de los presupuestos nacionales de Salud en América
Latina. Esto indica la urgente necesidad de tomar medidas de salud
pública para enfrentar la epidemia de malnutrición. Invertir en
nutrición es la mejor acción que una nación puede definir para el
desarrollo de su capital humano (Jakub,Eberwein,Walters y Shekar, 2017).
A lo largo de su vida, una persona obesa incurre costos de salud 25%
mayores que una persona de peso normal. Se estima que la obesidad es
responsable de 1% a 3% del total de gastos de atención médica en la
mayoría de los países (5% a 10% en Estados Unidos) y que los costos
aumentarán rápidamente en los próximos años debido a las enfermedades
relacionadas con la obesidad (OCDE, 2010).
De acuerdo a especialistas del CONICET (Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas), las muertes prematuras por
obesidad y sobrepeso implican un costo de $ 190 millones en Argentina
(Elgart y col. 2010). Los costos de atención clínica de la obesidad y
sus comorbilidades que insumían hasta un 9.4 % del presupuesto de salud
en 2009 (Zarate, Crestto, Maiz, Ravest,Pino y Valdivia, 2009), han
alcanzado actualmente a un tercio del presupuesto de salud a nivel
mundial, representando en Argentina $ 35.000 millones cada año. Si
además de los costos sanitarios se considera la pérdida de
productividad por mortalidad prematura y ausentismo laboral, los costos
totales del sobrepeso y sus comorbilidades ascienden al 67% del
presupuesto sanitario en Chile y cerca de un 85% en Ecuador y México
(CEPAL, 2016).
Ante este panorama, la adopción de patrones alimentarios saludables no
sólo significa promover cambios en el consumo; sino que requiere
reorientar las políticas públicas para crear sistemas alimentarios
sostenibles y sensibles a la nutrición, que puedan proveer una adecuada
oferta de alimentos saludables (OPS/OMS, 2016)
5. Situación epidemiológica del sobrepeso y la obesidad en Argentina
Según datos de 2010 de la Base de Datos Global sobre Crecimiento
Infantil y Malnutrición de la OMS, Argentina presenta el mayor
porcentaje de obesidad infantil en niños y niñas menores de cinco años
en la región de América Latina con un 7,3% de prevalencia.
Según la Segunda Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE [3]) del 2012, un
28,6% de los estudiantes de 13 a 15 años del país tienen exceso de
peso, y el 5,9%, obesidad. Ambos indicadores evidenciaron un
pronunciado crecimiento respecto de la Primera EMSE llevada a cabo en
2007, en la cual se registró un 17,9% de sobrepeso y un 3,2% de
obesidad. En el caso de la obesidad, el incremento observado fue del
80% entre los adolescentes en tan solo 5 años.
Datos provenientes del programa SUMAR del Ministerio de Salud muestran
que, en la población de más de 3 millones de NNyA de 0 a 18 años que se
atiende en el subsector público de todo el país, y que corresponde a
población de los quintiles 1 y 2 de ingresos, el 34,5% presentó
sobrepeso u obesidaden 2016. Otro dato fundamental que surge del
Programa SUMAR es que la malnutrición con sobrepeso es 4,3 veces más
frecuente que la malnutrición con bajo peso (34,5% vs 8,1%
respectivamente) y que esta brecha ha mostrado una tendencia creciente
a través de los últimos años. Esta información convalida el cambio de
paradigma mundial, donde se observa una reducción del hambre y de las
formas clásicas de malnutrición con bajo peso, con un simultáneo
aumento de niños y niñas que presentan malnutrición con exceso de peso.
Por su parte, un estudio de la Fundación Interamericana del Corazón
(FIC) Argentina y UNICEF (2017) detalla que los adolescentes de nivel
socioeconómico más bajo tienen un 31% más de probabilidades de
sobrepeso respecto de los adolescentes del nivel socioeconómico más
alto, y que los adolescentes con sobrepeso presentan un 25% más de
probabilidades de fumar y un 26% de probabilidades de consumir alcohol.
Además, presentan un 21% más de probabilidades de sufrir intimidación
(bullying), siendo esta tendencia más marcada en mujeres.
La obesidad también crece en adultos de Argentina, aunque de una forma
menos acelerada que la que se observa en la niñez. Según la cuarta
Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2018/2019,el 61,6% de
los argentinos tiene exceso de peso, en una proporción de 36,2% de
personas con sobrepeso y 25,4% con obesidad.
Actualmente la obesidad alcanza a un cuarto de la población y aumentó
desde 2005 casi 11 puntos porcentuales, ya que en la primera encuesta
este indicador había arrojado que el 14,6% de la población encuestada
registraba algún grado de obesidad.
En línea con las tendencias internacionales, tanto en NNyA como en
adultos, la población con nivel educativo más bajo es la que más
sobrepeso y obesidad padece. En la ENFR 2013, las personas con más bajo
nivel educativo (primaria incompleta) tuvieron un 30 y 58% mayor
posibilidades de tener sobrepeso y obesidad que los de más alto nivel
educativo (secundario completo y más), respectivamente. La inequidad
por nivel socioeconómico fue mayor en mujeres, con una diferencia de
más del 30% de posibilidades de padecer obesidad entre las mujeres del
quintil más bajo de ingreso respecto de las mujeres del quintil más
alto (OR: 1,69, p<0,001).
En lo que respecta a la actividad física, en la Encuesta Mundial de
Salud Escolar (EMSE 2012), se observa que el 83,3% de los adolescentes
es inactivo, es decir, no alcanzó las recomendaciones mundiales sobre
actividad, que son el realizar al menos 60 minutos de actividad física
moderada o vigorosa todos los días de la semana. Por otro lado, el
50,3% de los encuestados declararon pasar al menos 3 horas diarias
sentados, sin contar las horas que pasan sentados en clases.. Con
relación al género, se evidencia que las mujeres (87,6%) son menos
activas que los varones (78,8%), y el comportamiento sedentario también
es mayor en mujeres (53,4%) que en varones (47,1%) (Aguilar-Farias).
Estos datos están en línea con el documento de la OMS de 2018, que
afirma que las niñas, las mujeres, las personas mayores, las personas
en situación de vulnerabilidad social, las personas con discapacidad y
aquellas pertenecientes a áreas rurales y pueblos originarios, son las
menos activas (GAPPA, 2018).
Respecto al transporte activo, a su vez, el 31,2% del total de jóvenes
encuestados declaró que no caminó ni utilizó la bicicleta para ir y/o
volver de la escuela en ninguno de los días de la última semana, y sólo
el 25,9% de los adolescentes tuvo la oportunidad de realizar 3 o más
veces por semana clases de educación física. Solo en 1 de cada 4
escuelas se dictan 3 o más clases semanales de actividad física y en la
mitad ofrecen actividades extracurriculares.
La evolución de la epidemia de ENT en Argentina se asemeja a lo que
ocurre a nivel mundial. Dicha amenaza ha sido reconocida por la OMS en
su documento "Plan de Acción Global para la Prevención y Control de
Enfermedades No Transmisibles 2013-2020", que busca posicionar a las
ENT en la agenda de salud mundial, fortalecer las capacidades de los
países para afrontar la epidemia, reducir los factores de riesgo
modificables y sus determinantes a través de la creación de entornos
saludables, reorientar los sistemas de salud hacia las patologías
crónicas a través de un sistema universal centrado en el paciente,
promover la capacidad de los países para el desarrollo de
investigaciones relacionadas con las ENT y monitorear la evolución de
los factores de riesgo y la mortalidad por ENT (OMS, 2013).
6. Objetivos del Plan
El fin del plan es contribuir a mejorar la salud nutricional de NNyA de
la República Argentina a través de la promoción y regulación de una
alimentación y estilo de vida saludables.
El Propósito, detener la epidemia creciente de sobrepeso y obesidad en NNyA en la República Argentina para el año 2023.
Los objetivos estratégicos se basan en un diagnóstico del país, los
aprendizajes de los programas involucrados y la evidencia científica
disponible para detener la epidemia creciente de sobrepeso y obesidad
en NNyA.
Objetivos estratégicos:
Objetivo 1. Fortalecer la educación alimentaria y nutricional y de
actividad física en referentes sociales multiplicadores, a fin de
instalar capacidades de reflexión y acción preventiva frente a la
epidemia de sobrepeso y obesidad en NNyA.
Las intervenciones de educación alimentaria y nutricional proporcionan
los conocimientos y las competencias necesarias para que las personas
puedan alimentarse y alimentar a su familia de un modo adecuado;
obtener alimentos adecuados a precios asequibles; preparar alimentos y
comidas saludables que sean de su agrado; reconocer hábitos
alimentarios no saludables y promover en sus hijos, hijas y otros una
alimentación saludable (FAO 2016). Es una de las estrategias más
extendidas en la región, que resulta imprescindible, pero no suficiente
como herramienta aislada para disminuir la malnutrición en todas sus
formas y prevenir la obesidad.
En el ámbito del Estado nacional, desde varios ministerios se han desarrollado diferentes estrategias de
educación alimentaria. Del mismo modo, en las provincias se han
identificado numerosas estrategias de capacitación, por ejemplo,
dirigidas a docentes y estudiantes en el entorno escolar. En un
contexto donde la publicidad, promoción y patrocinio de alimentos no
saludables no está aún regulada y donde los entornos continúan siendo
obesogénicos, es necesario profundizar los esfuerzos de educación
alimentaria y nutricional de manera sostenida e integral. Las
estrategias de educación deben basarse en estándares homologados como
los que hoy proveen las Guías Alimentarias para la Población Argentina
(GAPA) de la Secretaría de Gobierno de Salud, y deben complementarse
con normativa que regule los entornos y productos para propiciar la
adopción de hábitos saludables y, así, lograr que las intervenciones
logren el impacto sanitario buscado.
Los programas educativos destinados a capacitar multiplicadores,
resultan una necesidad fundamental para que la sociedad en su totalidad
tome conciencia sobre la importancia de aumentar la práctica de
actividad física diaria y reducir el comportamiento sedentario de
manera tal de lograr beneficios en la salud y en la calidad de vida.
Del mismo modo que con educación alimentaria, la educación para
promover la actividad física es fundamental pero no suficiente, si no
se acompaña de transformaciones en los entornos urbanos y regulación de
los entornos escolares, laborales y sociales que faciliten estilos de
vida más activos.
Objetivo 2: Sensibilizar e informar a la comunidad y movilizar a
actores claves sobre la problemática del sobrepeso y la obesidad en
NNyA, sus determinantes y su impacto en la calidad de vida, a fin de
promover una transformación cultural que involucre hábitos más
saludables en el conjunto de la sociedad.
Desde un enfoque sociocultural de la comunicación, partiendo desde el
Estado Nacional como gestor de una política pública como la contemplada
en el presente Plan, la gestión de la comunicación debe exceder a la
campaña publicitaria a través de medios masivos para involucrar también
otras dimensiones vinculadas con el logro de una transformación
cultural en relación a hábitos asociados a la alimentación y la
actividad física en la vida cotidiana de las personas.
En este sentido, pensar la comunicación desde la sensibilización y la
movilización social implica interpelar a los diferentes actores
destinatarios a fin de lograr su reflexión y compromiso, cada uno desde
el rol que le compete. Con los referentes de la comunicación social y
con la comunidad en general, para que además de disponer información
fundamental sobre la temática, la puedan hacer propia y participen
activamente de la superación de la problemática partiendo del
reconocimiento de sus derechos a la información y la salud.
Objetivo 3: Promover una adecuada calidad nutricional en los programas
con componente alimentario e incentivar sistemas alimentarios
sostenibles a fin de proteger la salud y estado nutricional de los
grupos poblacionales, especialmente de aquellos en situación de
vulnerabilidad en el país.
El gran desarrollo de las políticas alimentarias en la Argentina, tanto
a nivel nacional como provincial y local, su amplia cobertura
poblacional y la diversidad de actores involucrados, brinda la
oportunidad de implementar, en el marco del presente Plan Nacional,
acciones articuladas entre distintos niveles de gobierno para
fortalecer la calidad nutricional de los programas con componente
alimentario mediante estándares nutricionales.
Resulta necesario analizar la calidad nutricional de las políticas
alimentarias existentes y promover diversas intervenciones para
mejorarlas. Entre otras soluciones, se proponen la articulación de las
compras públicas con la producción fruti-horticola de pequeña escala,
facilitar el acceso a los mercados para los pequeños/medianos
productores y agricultores familiares y generar espacios de diálogo y
articulación entre estos y los gobiernos. La articulación de estas
medidas permite, por un lado, promover el desarrollo económico local,
sistemas alimentarios sostenibles y saludables y, por el otro, mejorar
la seguridad alimentaria y nutricional de NNyA, especialmente de aquellos en situación de vulnerabilidad en el país.
Objetivo 4: Promover políticas a nivel nacional y subnacional que
regulen los entornos y los productos para facilitar el cumplimiento de
las pautas nutricionales y la promoción de la actividad física, basadas
en los mejores estándares regulatorios internacionales.
La exposición de los NNyA a la publicidad, promoción y patrocinio de
alimentos no saludables y bebidas azucaradas aumenta las preferencias
de consumo respecto de estos productos. En este marco resulta
fundamental regular en la materia, conforme los estándares científicos
internacionales, con el propósito de proteger el derecho a la salud de
los menores.
En materia de etiquetado de alimentos, la falta de obligatoriedad de
declaración de azúcares, la ausencia de regulación sobre etiquetado
frontal y la escasa regulación de estrategias de mercadeo en el
packaging de los productos, representan barreras para que los
consumidores accedan a la información de manera clara y sencilla y
puedan efectuar elecciones más saludables. Resulta fundamental regular
en la materia, incorporando un sistema de etiquetado frontal de
alimentos que sea efectivo para informar a la población y para promover
patrones de compra y consumo más saludables, así como incluir la
declaración obligatoria de azúcares y regular el marketing en los
envases de los alimentos.
Asimismo, la salud de los/as NNyA está fuertemente condicionada por el
entorno en el que se desarrollan. La institución educativa, por el
lugar de enseñanza, desarrollo y socialización que ocupa en la vida de
NNyA, es un escenario privilegiado para promover la salud y el
desarrollo de una alimentación y estilos de vida saludables. Por esto,
se considera fundamental regular en la materia, propiciando entornos
escolares saludables de una manera integral (comedores, kioscos,
huertas escolares, acceso al agua segura, provisión de actividad física
de calidad y cantidad suficiente, entre otros aspectos).
Las tres medidas mencionadas precedentemente son algunas de las
principales políticas regulatorias recomendadas para detener la
epidemia de obesidad en NNyA. Otras medidas recomendadas a nivel
internacional , y que serán contempladas para el desarrollo del
presente Plan, son la regulación de los sucedáneos de la lactancia
materna para proteger y promover la lactancia, la regulación para
desincentivar el apto físico como un requisito para que los NNyA
realicen actividad física en la escuela, las políticas para promover
entornos saludables en hospitales y otras instituciones de salud y las
regulaciones para estimular los sistemas alimentarios sostenibles,
entre otras.
7. Principios rectores del Plan
El Plan ASI se basa en los siguientes principios orientadores:
Enfoque de derechos: las personas tienen derecho a que se les
proporcione información veraz para tomar sus propias decisiones en
materia de alimentación y cuidado físico en el contexto social que les
es propio, respetando sus pautas culturales relacionadas con el
aprovechamiento de los recursos naturales, las formas de acceso y
consumo de alimentos, las actividades recreativas y lúdicas y el uso
creativo de su tiempo libre. El Estado tiene el rol indelegable de
garantizar el derecho a la salud que deben poder ejercer todas las
personas sin discriminación por motivos de género, raza, edad,
pertenencia a grupo étnico u otra condición. Para ello debe poner en
marcha políticas públicas que generen igualdad de oportunidades
particularmente para proteger a los grupos en situación de mayor
vulnerabilidad.
Equidad e igualdad de género: El presente Plan persigue un objetivo
ético político de alcanzar la igualdad efectiva y la equidad social y
de género. La igualdad de género en la salud apunta a que personas de
diverso género disfruten de las mismas condiciones y oportunidades para
ejercer plenamente sus derechos y su potencial de estar sanos,
contribuir al desarrollo de la salud, y beneficiarse de los resultados
de ese desarrollo. La equidad de género alude a la justicia en la
distribución de las responsabilidades, los recursos y el poder para
todos los individuos por igual y se basa tanto en el reconocimiento de
las diferencias existentes entre los sexos/géneros en dichos ámbitos,
como en el imperativo de rectificar disparidades injustas (OPS, 2008).
Coherencia política: Los conceptos de "coherencia política" y "salud en
todas las políticas" han sido acuñados internacionalmente, e implican
la búsqueda de modelos de integración de políticas que, contemplando
las diferentes perspectivas de los diversos actores del estado,
garantizan que la salud sea siempre tenida en cuenta a la hora del
diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas
implementadas desde todos los sectores. La agenda de políticas de la
prevención y control de las enfermedades crónicas no transmisibles en
general y de la prevención de sobrepeso y obesidad en particular
requieren abordajes complejos que involucran a diversos actores del
estado y requieren de la articulación intersectorial entre ellos. El
desafío es la búsqueda de puntos de encuentro con el fin de armonizar,
coordinar y lograr coherencia en las políticas, donde la salud esté
siempre presente.
Transparencia: los procesos de toma de decisión del presente Plan, su
justificación y fundamentación teórica estarán sujetos al marco
normativo vigente en materia de transparencia y conflictos de interés,
con el propósito de proteger las políticas que darán cumplimiento al
objetivo de detener la epidemia creciente de sobrepeso y obesidad en
NNyA.
Eficacia y efectividad: las acciones a implementar deben contar con
sólida evidencia que haya demostrado que las mismas contribuyen a
cumplir con el propósito del presente Plan. La evaluación de los
resultados y su impacto es también un aspecto central del Plan.
8. Gobernanza del plan
Dadas las características multidimensionales e intersectoriales del
Plan y la complejidad de la epidemia del sobrepeso y obesidad en NNyA,
la gobernanza del plan requiere contemplar la naturaleza de la
problemática. Es por eso esencial la articulación desde la Secretaría
de Gobierno de Salud con los otros Ministerios en el nivel nacional y
con las jurisdicciones provinciales para una adecuada implementación.
Este Plan tiene en su impronta un fuerte carácter federal. Esto habrá
de implicar, por ende y como paso futuro, arreglos institucionales de
carácter federal acorde a las realidades de cada provincia del país
donde el Plan vaya desplegando sus líneas de acción. Esto no debiese
implicar una estructura institucional "espejo" de la aquí presentada,
sino que deberá adaptarse de acuerdo a las características de los
programas y población de cada provincia, fortaleciendo el liderazgo
provincial y la adaptación local a los contextos sociales, culturales y
económicos. Esta articulación nacional-subnacional es clave para una
adecuada implementación en todo el territorio nacional y por ello el
plan tendrá una matriz de acciones en el nivel nacional y provincial
para su completa ejecución. Por otro lado, la articulación
interministerial debe replicarse en el nivel provincial de manera de
avanzar en la consolidación del compromiso de las provincias con la
reducción del sobrepeso y obesidad en NNyA.
Por último, como elemento clave para su gobernanza, desde el Plan se
propone la articulación con actores intergubernamentales como OPS,
UNICEF y FAO, y otros actores no gubernamentales como instituciones
académicas, organizaciones de la sociedad civil y del sector privado,
en el marco de un consejo asesor.
Para hacer operativo el Plan, se desarrollará un manual complementario
al presente documento marco, que incluirá una descripción detallada de
objetivos específicos, una matriz de actividades tanto en el nivel
nacional como provincial y un set de indicadores de evaluación y
cumplimiento.
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[1] La OMS la categorizó como enfermedad en el año 1997.
[2]
Actividad física y salud en la infancia y la adolescencia; Ministerio
de Sanidad y Consumo , y Ministerio de Educación y Ciencia, España
[3]
EMSE Encuesta Mundial de Salud Escolar realizada cada 4 años en estudiantes de 13 a 15 años.